martes, 9 de agosto de 2022

69. Luisa de Medrano, una intelectual en la Castilla de Isabel la Católica

 

Si Google le le dedica hoy su     Doodle  a  Luisa de Medrano por el aniversario de su nacimiento este blog no pude por menos que recordarla con algunos datos. Es difícil encontrar datos sobre ella, ya que  toda su obra y toda mención de su existencia parece haber sido ordenada eliminar por Carlos I (¿una especie de damnatio memoriae por ser de la misma familia que uno de los líderes de los Comuneros, Juan Bravo? ). Hay escrita sobre ella una novela de ficción histórica, pero ignoro cuánto hay de ficción, cuanto de historia y cuanto de novela hay en ella  Por eso no tengo más que el texto de la Wikipedia, que curiosamente recoge la anécdota de que cuando se inauguró en Salamanca un instituto con su nombre, ninguna de las autoridades presentes supo explicar quién era ella.

Luisa de Medrano Bravo de Lagunas Cienfuegos, llamada a veces erróneamente Lucía de Medrano (Atienza, Guadalajara, 9 de agosto de 1484-¿1527?),​ fue una poetisa, pensadora española y profesora de la Universidad de Salamanca, que pudo desarrollar una actividad cultural de la que las mujeres estaban excluidas en aquellos tiempos en Europa, debido a que estaba amparada por la reina Isabel I de Castilla. Su obra y toda mención de su existencia parece haber sido mandada eliminar por el rey Carlos I, y solo han subsistido tres fuentes primarias que hacen mención a ella.



Luisa de Medrano nació en Atienza (Guadalajara), localidad soriana hasta la división provincial realizada en 1833. Fue hija de Diego López de Medrano, señor de San Gregorio, y de Magdalena Bravo de Lagunas, del linaje de los Salvadores de Berlanga de Duero. Su abuelo apoyó a la reina Isabel contra Enrique IV, conquistando a traición el inexpugnable castillo de Atienza donde se estableció como alcaide.

Sus padres tuvieron nueve hijos, uno de los cuales, Luis, fue también catedrático y rector de la Universidad de Salamanca.​

Padre y abuelo murieron luchando en Granada. Agradecida, la reina se hizo cargo de su viuda y de la educación de sus hijos. Los primogénitos —conocidos como Bravo de Laguna— fueron heredando el cargo de alcaides de Atienza, mientras que su hija Catalina, tras servir en la corte, se convirtió en una importante mecenas en Atienza; por ejemplo, financió la capilla del convento de San Francisco como panteón familiar. Otra rama de la familia tiene su capilla funeraria en la Colegiata de Berlanga. El comunero Juan Bravo también era de la misma familia, siendo posterior el escudo nobiliario de los Bravo de Laguna en Atienza.

Luisa de Medrano fue contemporánea de otras mujeres cultas como Beatriz Galindo "la Latina" y Beatriz de Bobadilla.

Solo se han encontrado tres fuentes primarias referidas a Luisa de Medrano:

1. La primera es un apunte en el Cronicón de Pedro de Torres, canónigo de Sigüenza que fue después rector de la Universidad de Salamanca, quien la menciona en 1508 impartiendo la cátedra de Cánones en los siguientes términos:

A.D. 1508 die 16 Novembris hora 3 legit filia Medrano in Catedra Canonum.
En el Año del Señor de 1508, día 16 de noviembre, a las 9 horas, leía la hija de Medrano en la Cátedra de Cánones.
Se cree que en 1508 llegó a impartir clases en la Universidad en sustitución de Antonio de Nebrija.

2. La segunda fuente es una larga y elogiosa carta publicada Opus Epistolarum por el erudito italiano Lucio Marineo Sículo (profesor en Salamanca durante doce años), que la conoció en la universidad y dejó escrita en 1514 una muestra de su admiración por la sabiduría de esta mujer, a quien consciente o inconscientemente le cambió el nombre por Lucía.

La fama de tu elocuencia me hizo conocer tu gran saber de estudios antes de haberte visto nunca. Ahora, después de verte, me resulta aún más sabia y más bella de lo que pude imaginar, joven cultísima. Y después de oírte me ha causado gran admiración tu saber y tu ornada oratoria, sobre todo tratándose de una mujer llena de gracia y belleza, y en plena juventud. He aquí a una jovencita de bellísimo rostro que aventaja a todos los españoles en el dominio de la lengua romana. ¡Oh felices padres que engendraron tal hija! Debes mucho, clarísima niña, a Dios omnipotente y bondadoso por tu inteligencia. Mucho debes agradecer a tus padres que no te dedicaron a los oficios comunes entre las mujeres, ni a los trabajos corporales, en sí tan ingratos por su caducidad, sino que a los estudios liberales te consagraron, que son elevados y de eterna duración. Y te deben ellos a ti no poco, que su esperanza y ambición con tu constancia y gran estudio superaste. Te debe España entera mucho, pues con las glorias de tu nombre y de tu erudición la ilustras. Yo también, niña dignísima, te soy deudor de algo que nunca te sabré pagar. Puesto que a las Musas, ni a las Sibilas, no envidio; ni a los Vates, ni a las Pitonisas. Ahora ya me es fácil creer lo que antes dudaba, que fueron muy elocuentes las hijas de Lelio y Hortensio, en Roma; las de Stesícoro, en Sicilia, y otras mujeres más. Ahora es cuando me he convencido de que a las mujeres, Natura no negó ingenio, pues en nuestro tiempo, a través de ti, puede ser comprobado, que en las letras y elocuencia has levantado bien alta la cabeza por encima de los hombres, que eres en España la única niña y tierna joven que trabajas con diligencia y aplicación no la lana sino el libro, no el huso sino la pluma, ni la aguja sino el estilo. Adiós, y si en algo quieres utilizar mis servicios, estoy plenamente a tu disposición. Otra vez adiós, con el ruego de que a través de alguna carta de tu salud y de tu vida me hagas saber. 

 

3. El tercer documento original que menciona a Luisa de Medrano es del mismo Lucio Marineo Sículo. Se titula De Rebus Hispaniae Memorabilibus, también publicado en castellano como De las cosas memorables de España. La mención se encuentra en la parte final de la edición de 1530, de la que se conservan escasísimos ejemplares:

En Salamanca conocimos a Lucía Medrana, doncella eloquentíssima. A la cual oymos no solamente hablando como orador, mas también leyendo y declarando en el estudio de Salamanca libros latinos públicamente.
Este libro se reeditó sin el último capítulo en 1533 y en 1539, tras la muerte de su autor y de la propia Luisa de Medrano, a quien se supone difunta, pues ya no se menciona en el testamento de su madre, dado en Atienza a finales de 1527.

El propio Sículo informaba en la edición de 1533 que se retiró del volumen, por prohibición del rey Carlos I, «la mención de ilustres varones y no pocas mujeres dignas de ser recordadas»:
Subduximus itaque de volumine viros illustres et nonullas etiam mulieres memoratu dignas.5
Este dato indica que la referencia a Luisa de Medrano se borró por orden del emperador Carlos V.

Luisa como la Sibila Samia

 Según Jacinto Chicharro, Luisa de Medrano estaría retratada como Sibila Samia en una de las cuatro tablas de profetas y sibilas de la iglesia de la Trinidad de Atienza atribuidas a Juan Soreda, conservadas en el museo de San Gil de la misma localidad.6

Luisa de Medrano es mencionada en diversas obras a lo largo de los siglos: Gil González Dávila (1650),7​ Nicolás Antonio (París, 1672 - Madrid, 1778), Bernardo Dorado (1776),8​ Diego Clemencín (1821), Manuel Hermenegildo Dávila (1849), Marcelino Menéndez Pelayo (1896),9​ etc.

Dorado, en la obra antes citada, exalta la excelencia de Luisa de Medrano del siguiente modo:

Doña Luisa de Medrano, si no igualó, excedió a la primera, pues no sólo supo con perfección la lengua latina, sino que oró públicamente en esta Universidad en Divinas Letras y Humanas. Así lo afirma Marineo Siculo, quien la oyó, y lo trae entre las cosas memorables que vio en España.8
Su obra poética y filosófica se ha perdido, siendo en la actualidad conocida por los salmantinos por dar nombre al Instituto Lucía de Medrano.1 El olvido en que ha caído esta mujer llega incluso a que, durante la inauguración del actual edificio del Instituto, ninguna de las autoridades presentes supiera explicar quién fue Lucía de Medrano.​

En 1935 la alemana Thérèse Oettel publicó Una catedrática en el siglo de Isabel la Católica: Lucía de Medrano, obra que aún sigue siendo de referencia. En la introducción afirma que recorrió los principales archivos de la Península para recopilar indicios que demostrasen la veracidad de lo que había leído: «que ya en el siglo xvi algunas damas aristocráticas habían tenido cátedras en España; por ejemplo, Lucía (sic) de Medrano, en Salamanca.»

Otros artículos, como el realizado por Carabias Torres a solicitud de Adolfo Domínguez Perrino, defienden que, aunque destacó en el dominio de la lengua latina y conocimientos de la cultura clásica, Luisa de Medrano nunca fue, stricto sensu, catedrática de la Universidad de Salamanca.​

En 2015 se creó el Premio Internacional de Castilla-La Mancha a la Igualdad de Género «Luisa de Medrano», otorgado a Soledad Cazorla, Marcela Lagarde, Miguel Lorente, Amelia Valcárcel y Bernaldo de Quirós y, en 2020, a Carlota Bustelo García del Real.

En 2018 la editorial Espasa publicó la novela de ficción histórica La catedrática, de la autora María López Villarquide (A Coruña, 1982), que recrea su biografía a través de los puntos de vista de diferentes personajes contemporáneos a Luisa de Medrano. La novela ha sido traducida por Bao Weixin y publicada en chino en 2022





miércoles, 22 de junio de 2022

68. Mary Wortley Montagu, la pionera olvidada de la inoculación de la viruela

 

Mary Wortley Montagu con su hijo Edward

Aunque todos atribuimos a Edward Jenner el descubrimiento de la vacuna contra la viruela, lo cierto es que, muchos años antes, cuando Jenner ni siquiera había nacido, hubo una mujer que extendió por Europa la práctica de inocular a niños y jóvenes con pus de enfermos para inmunizarles frente a esta enfermedad. 

Mary, nacida en 1.689,  fue la hija mayor de Evelyn Pierrepont, primer Duque de Kingston-upon-Hull, que había sucedido a su hermano como quinto Conde de Kingston-upon-Hull cuando Mary tenía un año de edad. Más tarde, su padre recibió los títulos de Marqués de Dorchester y elevó a Ducado su título original, siendo bautizado en Covent Garden. Su madre, que murió siendo ella aún niña, era hija de William Fielding, tercer conde de Denbigh. El padre de Mary no prestó mucha atención a su educación, pero Lady Mary fue animada a emprender estudios autodidactas por Gilbert Burnet, obispo de Salisbury.

Mantuvo una estrecha amistad con Mary Astell, luchadora por los derechos de la mujer, y con Anne Wortley Montagu, nieta de Edward Montagu, primer conde de Sandwich. Mantuvo con Anne una animada correspondencia. No obstante, las cartas de Anne solían ser copias de escritos de su hermano, Edward Wortley Montagu; y tras la muerte de Anne en 1709 la correspondencia entre Edward y  Mary continuó sin intermediarios. El padre de Lady Mary, ahora Marqués de Dorchester, se negó a consentir un matrimonio entre ellos, al negarse a vincular sus bienes a un posible heredero. Cuando Lord Dorchester insistió en otro matrimonio para su hija, Edward y Mary se fugaron en 1712. Los primeros años de matrimonio de Lady Mary Wortley Montagu pasaron en la vida retirada en el campo. Su marido era miembro del Parlamento inglés por Westminster desde 1715, y poco después fue nombrado Lord Commissioner del Tesoro. Cuando Lady Mary se reunió con él en Londres, pronto su ingenio y belleza la convirtieron en una destacada figura de la corte. En 1716 Wortley Montagu fue nombrado embajador ante el Imperio Turco. Lady Mary le acompañó en su viaje, en el que tuvieron oportunidad de pasar por Viena y Adrianópolis antes de llegar a la propia Constantinopla. La embajada fue breve, y fue llamado de vuelta en 1717, pero el matrimonio permaneció en aquella ciudad hasta 1718. La historia de este viaje y sus observaciones de la vida en Oriente se cuentan en las Cartas de la Embajada Turca, Turkish Embassy Letters, una serie de cartas vivaces y llenas de descripciones gráficas; se suelen considerar como inspiración de las siguientes viajeras/escritoras y también de buena parte de la producción artística que se engloba en el concepto de orientalismo.

Lady Mary, en la época en la que 
su marido fue nombra-
do embajador en Turquía
Durante su estancia en Turquía, Lady Mary (que en su propia piel mostraba las cicatrices de la viruela, y había visto morir a su hermano por ella) se fijó en la costumbre de las mujeres turcas y trajo a su vuelta a Inglaterra la práctica de la variolización como profilaxis contra la enfermedad. Hizo inocular a sus propios hijos, y se enfrentó a los poderosos prejuicios que había contra tal práctica; de modo que fue precursora de la vacunación, que de modo científico pondría en marcha en 1796 Edward Jenner.

Existe un grupo de mujeres ancianas especializadas en esta operación. Cada otoño, en el mes de septiembre, que es cuando el calor se apacigua, las personas se consultan unas a otras para saber quién de entre ellos está dispuesto a tener la viruela...Soy lo bastante patriota para tomarme la molestia de llevar esta útil invención a Inglaterra y tratar de imponerla.”

La técnica descrita consistía, básicamente, en inocular a los voluntarios con pus de enfermos en cuatro o cinco venas abiertas. Lady Montagu había observado la eficacia del método y llegó a probarlo en su propio hijo Edward. A su regreso a Inglaterra, usó sus influencias y sus dotes de persuasión y llegó a convencer a la esposa del futuro rey Jorge II para inocular a su hijo. No fueron estos los únicos monarcas seducidos por el exótico método importado de Oriente: la influencia de Mary Montagu llegó a la corte francesa gracias a la aprobación del rey Luis XV y en Italia toda la familia real de Nápoles fue vacunada en 1777. Mary Montagu no fue una científica en el término más estricto, pero estudió los efectos de la inoculación a través de dos ensayos clínicos: uno con seis condenados a muerte en la prisión de Newgate y otro con varios niños de un orfanato de Westminster. Gracias a esta suerte de experimentos fue como su método se empezó a difundir –y a salvar vidas– por toda Europa.

Lady Montagu fue una mujer excepcional que vivió como quiso sin temer juicios, represalias ni escándalos. Desheredada de la fortuna familiar debido a su apasionado matrimonio, años más tarde se separó y se fue a vivir a Venecia con su nuevo amante, una relación que tampoco prosperó. Fue independiente, se rodeó de intelectuales, escribió, viajó y defendió los derechos de las mujeres. Se dice que, antes de morir en 1.762, a los 73 años, a consecuencia de un cáncer de mama, sus últimas palabras fueron: “ha sido todo muy interesante”.

No se publicaron ediciones académicas de sus obras hasta la segunda mitad del siglo XX:

- The complete letters of Lady Mary Wortley Montagu, 3 vol.s, editado por Robert Halsband, Oxford: Clarendon Press, 1965-67.

- Romance Writings, editado por Isobel Grundy, Oxford: Clarendon Press, 1996.

- Essays and Poems and Simplicity, a Comedy, edited by Isobel Grundy, Oxford: Clarendon Press, 1977, revised 2nd 1993.

Yen España las Cartas desde Estambul no aparecieron hasta 2.017





 


viernes, 11 de febrero de 2022

67. Sofía Casanova, trotamundos, poetisa, corresponsal de guerra y una vida apasionante

 

Sofía Casanova, en la sala de heridos del hospital de la estación de Varsovia 

Comienzo por reconocer que yo no conocía a Sofía Casanova. Estaba eligiendo un libro para leer y me di de bruces con uno titulado "Azules son las horas". (Era la biografía novelada de una mujer  llamada Sofía Guadalupe Pérez Casanova). La sinopsis me convenció de que merecía la pena buscar todos los datos posibles sobre esta mujer de vida apasionante a la que le tocó vivir sobre el terreno las  dos guerras mundiales, la revolución rusa y la guerra civil española, como si la destrucción la persiguiera por Europa, de frente en frente. Al final de este texto pondré los enlaces correspondientes por si despierta la curiosidad de alguien.

Sofía Guadalupe Pérez Casanova nació en (Almeiras,  La Coruña, el 30 de septiembre de 1861. Era hija natural de Rosa Casanova Estomper y de Vicente Pérez Eguía, que se casaron dos años después de su nacimiento.  Tras el nacimiento del tercer hijo, el padre abandonó a la familia, siendo Sofía todavía muy pequeña, y dejándoles sin recursos. Para sobrevivir vivieron con los abuelos, gracias al apoyo económico del abuelo materno Juan Bautista Casanova Pla, de Ferrol. Pasó su niñez en Almeiras, y después se trasladó junto con su madre y hermanos a Madrid, con los abuelos paternos. Allí estudió poesía y declamación en el Conservatorio. Sus primeros poemas se publicaron cuando ella tenía quince años en el Faro de Vigo. No fue ella sino su madre quien los remitió al periódico al encontrarlos guardados en su habitación. El talento por la poesía de Sofía se reconoció en los círculos literarios más selectos que frecuentaba con asiduidad. A principios del 1880 ya se había ganado un nombre como joven promesa de la poesía.

Con motivo del 75 aniversario de la aparición de la revista Blanco y Negro, se publicó un suplemento especial dedicado a las letrasdonde figuraron 33 escritores, periodistas y poetas seleccionados,   entre ellos, Rafael Alberti, Antonio Machado, Ramón Gómez de la Serna, Ramón Pérez de Ayala o Juan Ramón Jiménez, un elenco importante de la cultura española. De las 33 figuras incluidas en el cuadro de honor del suplemento, solo se reseñan estas tres mujeres: Emilia Pardo Bazán, Concha Espina y Sofía Casanova.

 Fue protegida por el poeta Ramón de Campoamor, quien la introdujo en las tertulias literarias del conde de Andino, tutor del rey Alfonso XII, y del marqués de Valmar,​ que se convirtió en un buen amigo y mentor. A través del marqués fue presentada en la corte de Alfonso XII, que organizaba veladas poéticas. A los veinte años era ya una poetisa consagrada. En 1885 el propio monarca costeó la edición de su primera obra, Poesías. Según los biógrafos de Alfonso XII la debilidad que sentía por Sofía se debía en parte al gran parecido físico que esta tenía con la infanta Eulalia de Borbón, hija pequeña de Isabel II.

En las tertulias que frecuentaba, mantuvo trato con intelectuales de la época, entre ellos Emilio Ferrari o Bernard Shaw. Entre las mujeres escritoras que conoció estaban Concepción Jimeno Gil, su amiga de juventud Blanca de los Ríos,​ Sofía Tartilán, Filomena Dato y Emilia Pardo Bazán.

Sofía y su marido
 En estos círculos, Campoamor le presentó al excéntrico profesor, filósofo y diplomático polaco Wincenty Lutosławski, un políglota experto en Platón que llegó a Madrid procedente de Francia y estaba estudiando el pesimismo en la literatura española, sobre lo que luego publicó un libro. Se casaron en la iglesia de San Marcos el 19 de marzo de 1887. Tras la boda se instalaron en Drozdowo, un pueblo en el norte de Polonia del que era originaria la familia de Wincenty Lutosławski y que por aquel entonces era una provincia de Rusia. Tuvieron cuatro hijas, María, Izabela, Yadwiga, (muerta en la infancia, lo que supuso una fuerte depresión a Sofía) y Halina, que nació en Galicia, donde volvían todos los años  cada verano para pasar las vacaciones. Durante aquella época, Sofía publicó la novela "El doctor Wolski" y cuentos. La carrera diplomática de su marido la llevó a aprender seis idiomas: inglés, ruso, francés, italiano.  El matrimonio se distanció. El hecho de no haber tenido hijos varones, apuntan algunas biografías, parece que influyó en la separación de la pareja, pues Wincenty comenzó a tener relaciones con otras mujeres en busca del heredero de su apellido.

En 1905 decidió instalarse definitivamente en España, cuando tenía cuarenta y tres años de edad. Realizó colaboraciones literarias con ABC, El Debate, Blanco y Negro, El Mundo y Galicia, y su hogar madrileño se convirtió en un espacio de encuentro por el que pasaron Basilio Álvarez, Alfredo Vicenti, Ramón y Cajal, Alberto Insúa, Victoriano García Martí y Castelao, que ilustró su libro Princesa del amor hermoso (1909). Mantuvo una intensa actividad social, pronunciando conferencias y participando en las llamadas "obras sociales".

Aunque afincada en España, Viajaba frecuentemente a Polonia, donde vivían sus hijas. Durante uno de estos viajes, en julio de 1914, estalló la Primera Guerra Mundial., que sorprendió a Sofía cerca de la frontera con Alemania Después de un mes de resistencia abandonaron Drozdowo en dirección a Varsovia, donde se hizo enfermera de la Cruz Roja en una sala de moribundos. Ese viaje al horror, cuentan sus biografías, la hirió profundamente y cambió su vida. Miles de amputados, envenenados con gas (a punto está de perecer así durante un bombardeo). Incluso acude al frente en una misión para llenar un tren de despojos humanos asidos a un hilo de vida y dar sepultura a cientos de cuerpos en la tierra que les ordenaron defender. Ese viaje al horror la escandaliza, la hiere profundamente, le cambiará la vida.

Allí escribe una de las mejores crónicas de su vida: un informe al Gran Duque Nicolás contraviniendo la orden, recibida en el hospital, de asistir solo a los heridos rusos y dejar a los alemanes a su suerte.

Todo esto lo narró en una carta al diario ABC, intentado convencer a sus compatriotas de que no estaba justificada la creciente admiración por los alemanes. Torcuato Luca de Tena, propietario y director del diario ABC le escribió con la propuesta de que se convirtiera en la corresponsal de ABC en la Europa oriental, propuesta que aceptó.

En 1915 el avance alemán obligó a evacuar Varsovia. Siguió trabajando en el hospital hasta que los alemanes entraron en la ciudad  y huye con sus hijas en el último tren a Minsk, Moscú y, finalmente, a San Petersburgo, donde la escritora será testigo de la debacle de la Rusia zarista, de la caída de la Corte Imperial de los Romanov y de la Revolución de Octubre. Durante su estancia también fue testigo de la muerte de Rasputín, del Golpe de Estado de Lenin y llegó incluso a entrevistarse con Trotski. Durante las revueltas en Rusia, Sofía recibió de forma accidental un golpe que le produjo problemas de visión de los cuales nunca llegó a recuperarse del todo.​ La dinastía Romanov estaba a punto de caer y la escritora y periodista fue testigo del momento e informó de ello no sin dificultades, ya que fue perseguida y censurada por sus crónicas desde San Petersburgo, desde donde narró la muerte de Rasputín y entrevistó a Trotski.8 Tras estas crónicas, la censura rusa le prohibió la comunicación con España y su silencio provocó que incluso se la llegara a dar por muerta.

En 1917 fue testigo de la Revolución rusa de 1917, que compartió de nuevo en sus escritos.Durante la insurrección popular del 3 de julio, reprimida con dureza por parte de las tropas gubernamentales, Sofía recibió un golpe accidental en los ojos de parte de uno de los que huían del tiroteo callejero. Las consecuencias de este accidente fueron nefastas para la escritora, ya que a pesar de los cuidados a los que tuvo que someterse no logró volver a ver bien nunca más. A pesar de ello, no dejó de escribir.​

En 1918 Polonia logró la independencia y Sofía pudo regresar. En 1919 regresó a España y fue recibida como una heroína con multitud de homenajes. A su regreso a España, en 1919, Sofía publicó dos obras: De la Revolución Rusa,en 1917, publicada en cuatro partes en el diario ABC,y La Revolución Bolchevista: diario de un testigo, en 1920.

Sofía Casanova, con sus hijas y sus yernos, hacia 1.920



Entre 1920 y 1930  escribió más de cuatrocientos artículos y cuatro libros. En 1925 su nombre se barajaba entre los candidatos españoles al Premio Nobel de Literatura. Ese mismo año recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia de Alfonso XIII por su colaboración con la Cruz Roja durante la 1ª Guerra Mundial.​

En 1906 fue elegida miembro de la Real Academia Gallega. Tras la publicación de su novela La mujer española en el extranjero en 1910, su nombre empezó a figurar en las secciones literarias de los periódicos españoles y a ella se la consideraba una «mujer ilustre» en el mundo literario. Sofía Casanova es una de las pocas mujeres a las que Benito Pérez Galdos elogió. Después de Gertrudis Gómez de Avellaneda, solo Rosario de Acuña había representado sus dramas en el Teatro Español antes que Sofía Casanova. Pérez Galdós estrenó así la primera pieza dramática de Sofía, La madeja, el 12 de marzo de 1913. Aprovechando esta fama, intentó ampliar sus horizontes más allá del mundo de las letras y dedicó parte de su tiempo a la caridad y la educación, presidiendo así el Comité Femenino de Higiene Popular en Madrid.​ En 1911 entró a formar parte de la Academia Española de la Poesía Española.

En 1931 fue testigo de la proclamación de la Segunda República Española, con la convicción de que iba a ocurrir en su país lo que le tocó vivir en Rusia en 1917. Con el cierre del periódico ABC, perdió el trabajo durante unos meses. Este hecho le hizo aborrecer a los republicanos, sentimiento que fue en aumento hasta que en 1936 escribió uno de sus últimos artículos de su colaboración con el diario: Mirando a Rusia.


Vivió la Guerra civil española desde Varsovia, y desde allí, con el ABC incautado, movió cartas y crónicas en defensa del bando nacional. Rosario Martínez, principal biógrafa de Sofía Casanova, señala que su posición fue utilizada por el franquismo:


Sofía Casanova estaba pasando por unos años horribles de penuria extrema, y pretendía incluso mantener a la familia, una familia que había tenido mucho dinero pero que vivió una larga serie de guerras: la primera guerra mundial, la revolución bolchevique, las guerras de fronteras de Polonia, vivió persecuciones políticas y las pasó canutas. Y Sofía, en un momento determinado, se dejó llevar, quizá con buena voluntad, por los consejos de algunos amigos, y fue muy utilizada. No hay que olvidar que en 1938 la trajeron expresamente a Burgos para un acto de propaganda política. Pero tampoco hay que olvidar que Sofía era una persona de ideas conservadoras y que había vivido la revolución bolchevique y que de buena fe confió en el fascismo. Dentro de su mentalidad fue coherente pero en España se la utilizó mucho más allá de lo que pueda ser ético.

Regresó a Polonia para pasar la Navidad con su familia y le sorprendió el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939 cuando se produjo la ocupación nazi del territorio polaco, después de la firma entre Hitler y Stalin del pacto de no agresión germano-soviético y cuya consecuencia fue la terminación de la independencia de Polonia, y se vio obligada a huir a una aldea con una de sus hijas y sus nietos.

La intercesión del embajador de España en Berlín le permitió vivir con cierta seguridad mientras contemplaba la barbarie de los campos de concentración.

En 1952 la Real Academia Gallega la nombraba académica de honor.

Sofía murió el 16 de enero de 1958. Aunque había cumplido 97 años y  estaba casi ciega, seguía escribiendo, dictándole sus últimas vivencias a sus nietos. No vio cumplido su deseo de acabar sus días en España. Murió​ 30 de septiembre de 1861-Poznan, Polonia, 16 de enero de 1958. Está enterrada  en Poznan, en el cementerio Jean-Marie Vianney  en Poznan.

Además de cientos de artículos periodísticos cuentos, novelas, obras teatrales y poesías,  vivió y contó cuatro guerras, convirtiéndose en la primera corresponsal de guerra española.


FUENTES:

Wikipedia: Sofía Casanova

ABC: Jesús García  Calero. Las cuatro guerras de Sofía Casanova

bLOGS EL PAÍS: María José Turrión. Sofía Casanova, una reportera en la Gran Guerra

LA OPINIÓN: Isabel Bugallal. "Sofía Casanova no interesa a nadie, su figura no da juego"


Para terminar, existe un largometraje documental sobre ella, del que incluyo el trailer











lunes, 24 de enero de 2022

66. Barbara Strozzi, la gran dama de la cantata barroca

 


Barbara Strozzi, también conocida como  Barbara Valle nació en Venecia el 6 de agosto de 1619, hija de Isabella Garzoni, más conocida como «La Greghetta», y de padre desconocido.​ Fue bautizada en la iglesia de Santa Sofía en el barrio Cannaregio de Venecia. Aunque el certificado de nacimiento de Barbara no proporciona información sobre la identidad de su padre, se supone que su padre biológico pudo haber sido Giulio Strozzi, poeta y libretista, una figura muy influyente en la Venecia del siglo XVII. Poco se sabe sobre la madre de Barbara, pero los historiadores sospechan que Isabella era una sirvienta de Giulio, ya que tanto Barbara como Isabella vivían en la casa de Giulio y estaban incluidas en su testamento. Aunque Barbara era una hija ilegítima, su padre Giulio se refirió a ella como su «hija adoptiva» y fue fundamental para ayudarla a establecer su carrera como música más adelante en su vida.

Relatos más detallados de la vida de Barbara se refieren al final de su infancia y adolescencia. A lo largo de su infancia, Venecia había sufrido plagas que habían matado a gran parte de su población. Sin embargo, ella sobrevivió junto con su madre y alcanzó la edad de 12 años con la primera Festa della Salute en 1631. En ese momento, había comenzado a desarrollarse como música y comenzó a demostrar un talento vocal virtuoso. Paralelamente, desarrolló la capacidad de comenzar a acompañarse a sí misma con el laúd o la tiorba. En su libro Sounds and Sweet Airs, la historiadora Anna Beer afirma que los dones musicales de Strozzi se hicieron más evidentes en el momento de su adolescencia temprana, lo que llevó a Giulio a organizar lecciones de composición para ella con uno de los principales compositores de la época, Francesco Cavalli.

A la edad de quince años, fue descrita como «la virtuosissima cantatrice di Giulio Strozzi» (la cantante extremadamente virtuosa de Giulio Strozzi).​ Alrededor del decimosexto cumpleaños de Barbara, Giulio comenzó a dar a conocer activamente su talento musical, asegurándose de dedicarle obras. Posteriormente, Giulio estableció la Accademia degli Unisoni, una subsidiaria de la Accademia degli Incogniti, que también dio la bienvenida a los músicos al círculo social privilegiado.​ La Accademia degli Unisoni, que operaba desde la casa de Strozzi, se convirtió en el principal espacio de actuación para la joven Barbara, asegurando sus oportunidades de actuar como cantante, así como actuaciones semipúblicas de sus propias obras. En 1637, a la edad de 18 años, Barbara tomó el apellido de su padre, Strozzi, y lo mantuvo hasta su muerte.

Al final de su adolescencia, Strozzi había comenzado a ganar reputación por su canto. En 1635 y 1636, Nicole Fontei publicó dos volúmenes de canciones, llamados Bizzarrie poetiche (Rarezas poéticas), llenos de elogios por la capacidad de canto de Strozzi.​ La experiencia de interpretación que tuvo en Unisoni la dotó de la pericia vocal que también se manifestó en sus publicaciones posteriores, lo que significa su talento compositivo.

Como joven música, buscó patrocinio, pero no siempre tuvo éxito. Su opus 2, dedicada a Fernando III de Habsburgo y Leonor de Mantua con motivo de su matrimonio, pasó desapercibida. Otros dedicatarios notables incluyen a Ana de Médicis, la archiduquesa de Austria, Nicolò Sagredo, más tarde dux de Venecia, a quien dedicó su opus 7, y Sofía, duquesa de Brunswick y Lüneburg. También se supone que compuso varias canciones para el duque de Mantua en 1665, un año después de sus últimas obras publicadas conocidas.

Poco se sabe de la vida de Strozzi durante la década de 1640. Sin embargo, se supone que era la concubina de un noble veneciano, Giovanni Paolo Vidman. Éste era un mecenas de las artes y era socio de Giulio Strozzi.​ Aunque, por lo tanto, Barbara nunca se casó con este hombre (ni con ningún otro), esta relación dio lugar a al menos tres, posiblemente cuatro, hijos. Vidman era el padre de su hijo Giulio, luego tuvo dos hijos más, Isabella en 1642 y Laura en 1644, y posiblemente un cuarto, Massimo. No obstante, sus dos hijas se unieron a un convento y uno de sus hijos se convirtió en monje.​ Una carta escrita después de la muerte de Strozzi informa que «fue violada por el conde Vidman, un noble veneciano. Tenía un hijo que también [es decir, como su padre] lleva el nombre de Giulio Strozzi». Se ha sugerido que la acusación de violación pudo haber sido una historia que circuló para proteger la reputación de Strozzi, ya que tuvo hijos fuera del matrimonio. Sin embargo, hay evidencias que sugieren que fue obligada a mantener esa relación.

Durante este tiempo, hubo tratos financieros entre Strozzi y Vidman. Se cree que otorgó un préstamo que tendría que reembolsarse después de la muerte de Vidman. El interés cercano al 10% podría haber sido una forma de asegurar algún apoyo para Strozzi y sus hijos después de la muerte de Vidman.

Barbara Strozzi murió en Padua el 11 de noviembre de 1677, a la edad de 58 años. Se cree que fue enterrada en la iglesia de los Eremitas. No dejó testamento cuando murió, por lo que, a su muerte, su hijo Giulio Pietro reclamó su herencia en su totalidad.​

Se decía que  Barbara Strozzi fue «el compositor más prolífico, incluyendo a  hombres y mujeres, de música vocal secular impresa en Venecia a mediados del siglo XVII». Su producción también es única en el sentido de que sólo contiene música vocal secular, con la excepción de un volumen de canciones sacras.​ Fue reconocida por su habilidad poética así como por su talento compositivo. Sus letras eran a menudo poéticas y bien articuladas. La gran mayoría de sus obras impresas fueron cantatas para soprano solista y bajo continuo, por lo que es posible que fueran escritas para ser interpretadas por ella misma. Aunque también publicó obras para otras voces.​ Su música está profundamente arraigada en la tradición cuyo principal ejemplo es la obra de Claudio Monteverdi. La música de Strozzi evoca el espíritu de Cavalli, heredero de Monteverdi. Sin embargo, sus obras presentan mayor énfasis lírico, basados posiblemente en la extensión de su propia voz, y más dependiente del puro sonido vocal. Muchas de las letras de sus primeras piezas fueron escritas por su padre, Giulio. Posteriormente utilizó textos escritos por colegas de su padre y, sobre todo, Strozzi probablemente escribió la mayoría de sus propios textos. 

Se conservan siete volúmenes impresos de sus composiciones. Asimismo, muchas más obras inéditas se encuentran actualmente en colecciones en Italia, Alemania e Inglaterra en forma de manuscrito.

trozzi escribió arias, cantatas dramáticas, madrigales y dúos. Entre 1644 y 1664, publicó ocho libros de música, incluyendo más cantatas que cualquier otro compositor del siglo XVII. La cantata centró su interés, a pesar de que en la primera mitad del siglo XVII estaba siendo desplazada en el gusto popular por la naciente ópera. No sería hasta mucho más tarde en que alcanzaría todo su esplendor como género.

Si queréis oír cómo sonaba una de las composiciones de Barbara, os dejo un vídeo de 4 minutos. L'Ensemble Artaserse (Yoko Nakamura, clavecin - Christine Plubeau, viole de gambe - Angelique Mauillon, harpe - Marc Wolff, luth) et  Céline Scheen (soprano) interprètent  Che si può fare op. 8 de Barbara Strozzi.



FUENTES: 

- Wikipedia

- MusicaAntigua.com

- Anna Beer: Armonias y suaves cantos, las mujeres olvidadas de la música clásica. Editorial Acantilado.






martes, 11 de enero de 2022

65. La primera mujer en la maraton de Boston

 


Kathrine Switzer nació el 5 de enero de 1.947 y fue la primera mujer en correr la maraton de Boston. A las mujeres no se les permitía correr porque "para ellas era físicamente imposible correr esa distancia".   Kathrine Switzer se inscribió en el maratón de 1.972 como K.V. Switzer, pero el director de la carrera, Jock Semple, la asaltó tres veces durante la carrera, intentando arrancarle el dorsal. Le gritó "¡Sal de mi carrera y devuélveme el dorsal!" Su novio, que también corría, lo impidió,  momento recogido en la foto en la foto. A partir de ese momento su novio y varios corredores más la escoltaron el resto de la carrera para que nadie pudiera molestarla.

En realidad tendría que corregir el título y cambiarlo por "La primera mujer en correr con dorsal en la maratón de Boston", pues otra mujer, Bobbi Gibbs, corría también ese año, llegando a la meta, y también lo había hecho el anterior, pero sin dorsal y camuflada con unas bermudas de su hermano y una sudadera con capucha. Por eso no fue molestada. 

 Todavía tuvieron que pasar otros 5 años para que finalmente se permitiera a las mujeres correr oficialmente. En 1.966, con ocasión de la carrera número 100 del maratón de Boston, la Asociación Atlética de Boston (BAA) permitió la inscripción de mujeres y se reconoció oficialmente como campeonas a las mujeres que terminaron en primer lugar de la pionera categoría femenina entre los años 1966-1971.  Gibb recibió medallas por sus tres victorias en 1966, 1967 y 1968. Su nombre está inscrito con los nombres de las demás ganadoras en el Boston Marathon Memorial en Copley Square. En sus años jóvenes, Gibb corría diariamente 13 millas (unos 8 kilómetros) hasta la escuela, y lo hacía con unas zapatillas de la Cruz Roja porque ni siquiera  existían zapatillas de correr para mujeres.

Kathrine Switzer ganó la maratón de Nueva York femenina de 1974 y quedó segunda en  1975, donde logró su mejor marca con un tiempo de 2 horas, 51 minutos y 37 segundos. También logró que todas las mujeres pudieran competir en una maratón.


lunes, 10 de enero de 2022

64. Mujeres en la Medicina, 1.885

Esta foto,  tomada el 10 de octubre de 1.885, de tres mujeres  en el Woman's Medical College de Filadelfia nos recuerda que con determinación y fuerza de voluntad se pueden alcanzar grandes cotas, por encima de prejuicios, tradiciones, prohibiciones e incluso leyes.  

Otro aspecto de esta foto es la diversidad que representa. Estas mujeres pertenecen a tres países diferentes: Anandabai Joshee, Saranysore,  (India); Kei Okami, Tokio,  (Japón) y  Tabat M. Islambooli, Damasco  (Siria), y están vestidas con sus trajes tradicionales.

Todas ellas fueron a estudiar medicina a EE.UU. y a convertirse en doctoras a pesar de los límites que se les impusieron. No era fácil entonces para las mujeres salir de las cuatro paredes de su casa, pero ellas rompieron los estereotipos y aterrizaron en un nuevo país para adquirir conocimientos y ganarse nuestro respeto y el de sus contemporáneos.