Autorretrato de Rosario Weiss, fechado en 1,830, encontrado en la Biblioteca Municipal de Burdeos |
Retrato de Leocadia Zorrilla, pintado por Goya en 1.815 |
Leocadia entró a trabajar como ama de llaves de la casa de Francisco de Goya en torno a 1815. En aquél tiempo el pintor aragonés era ya viudo -su esposa Josefa Bayeu había fallecido en junio de 1812- tenía ya 70 años, estaba achacoso y, por supuesto, sordo desde hacía tiempo. Ella rondaba los 30 años de edad y se convirtió en criada, cuidadora y compañera sentimental de Goya.
Para 1820 Leocadia ya se había trasladado con sus dos hijos menores, Guillermo y Rosario (1) , a vivir definitivamente junto a Francisco de Goya hasta la muerte del pintor en 1828. Primero compartieron techo en la célebre “Quinta del sordo” de Madrid hasta 1824 y luego en Burdeos, donde se reunieron con él en el exilio francés. La pequeña Rosario fue objeto especial de los mimos y atenciones del anciano pintor, quien la instruía con paciencia en los inicios del dibujo.
Goya era especialmente cariñoso con la niña, a la que llamaba "Mi Rocío" (2), le gustaba tenerla en su compañía y le enseñaba algunos trucos para comenzar a manejarse con los pinceles, pues aquella niña mostraba gran atención, ganas de aprender y, sobre todo, destilaba talento. A los 6 años empezó a enseñarla a dibujar. La niña tenía un pequeño caballete adaptado para su edad. Podemos imaginarnos al viejo y genial artista acometiendo sus últimas obras mientras la pequeña Rocío se fijaba en todos los detalles, escuchaba los consejos e instrucciones de su cariñoso maestro y completaba o remataba esbozos de obras que él le pasaba además de otros dibujos para que ella los copiara. El talento de la niña era indudable. De sus dotes artísticas dan una idea por ejemplo que los 77 dibujos conservados en la Hispanic Society y en un principio atribuidos a Goya, en 1956 José López-Rey demostró que eran de Rosario, opinión que fue corroborada después por otros dos especialistas. Según varios expertos, algunos de los últimos dibujos y bocetos atribuidos a Goya es más que probable que llevaran también la mano de Rosario Weiss, quien le ayudaba a terminarlos o los iniciaba y era el genio de Fuendetodos quien los culminaba. La primera intención de Goya fue enviar a la niña a estudiar a París, y con esa intención escribió a su amigo el banquero José María Ferrer, residente en París, el 28 de noviembre de 1824:
"Esta célebre criatura quiere aprender a pintar de miniatura, y yo también quiero, por ser el fenómeno tal vez mayor que habrá en el mundo de su edad hacer lo que hace; la acompañan cualidades muy apreciables como usted verá si me favorece en contribuir a ello; quisiera yo enviarla a París por algún tiempo, pero quisiera que usted la tuviera como si fuera hija mía ofreciéndole a usted la recompensa ya con mis obras o con mis haberes; le envío a Usted una pequeña señal de las cosas que hace...
Como no obtuvo respuesta de Ferrer, en 1827 Goya puso a Rosario en manos del pintor Antoine Lacour (3) que había abierto escuela en Burdeos, aunque el estilo académico del francés satisfizo poco el genio de don Francisco y fue perfeccionando su propia técnica, de trazos más finos.
De la vida de Goya, Leocadia y sus hijos en Burdeos, tenemos un párrafo de una carta escrita por Leandro Fernández Moratín a otro amigo del pintor, el también ilustrado y clérigo, Juan Antonio Melón:
"Goya ha tomado una casita muy acomodada con luces del Norte y Mediodía, y su poquito de jardín, casa sola y nuevecita en donde se haya muy bien. Doña Leocadia, con su acostumbrada intrepidez, reniega a ratos y a ratos se divierte. Rosarito habla ya francés como una totovía (4), corre y brinca y se entretiene con algunas gabachuelas de su edad..."
Muerto Goya en 1828, la situación se volvió tirante, pues Javier y Leocadia se odiaban mutuamente. Javier liquidó a Leocadia con 1.000 francos, que pronto se acabaron.
Hasta 1833 no regresaron Leocadia y Rosario a España, acogiéndose a una amnistía general concedida para los exiliados. De nuevo en España, la joven Rosario desarrolló su carrera al trabajar inicialmente como copista, copiando obras por encargo de particulares y también para el restaurador Serafín García de la Huerta, algunas de las cuales pudieron haber sido vendidas como originales por dicho restaurador.
También trabajaba como copista en el Museo del Prado, la Academia de San Fernando y en colecciones privadas como la de la duquesa de San Fernando. Como entonces los cuadros no se exponían en línea, sino en hileras superpuestas hasta el techo. Como a Rosario no se le autorizó para bajar las obras, cuando las obras ya no estuvieron a la altura de su vista tuvo que dejar de hacer tales copias. También realizó miniaturas, retratos a lápiz muy celebrados y litografías de importantes escritores y artistas de su tiempo como Larra, Espronceda, Zorrilla... Tuvo mucho que ver en ello su participación como socia en el Liceo Artístico y Literario desde 1837.
En la Academia de San Fernando participó varios años en sus exposiciones anuales y, con el aplauso general y el apoyo de sus compañeros del Liceo, fue nombrada académica de mérito de tan prestigiosa institución en 1840, una de las pocas mujeres que lo lograron.
El cénit de su trayectoria profesional le llegó poco después cuando fue elegida por la Corona en 1842 para desempeñar el puesto de maestra de dibujo de cámara de la futura Isabel II y de su hermana la infanta Luisa Fernanda. Comenzaron así sus lecciones en palacio de la mejor profesora de dibujo posible en aquellos tiempos, pero por desgracia no pudo ejercer ese cargo mucho tiempo, pues en el verano de 1843 fallecía súbitamente enferma de cólera con apenas 29 años de edad.
Su truncaba así tristemente una trayectoria imparable, la de una mujer que mamó de niña, nada menos que de Francisco de Goya, el amor por la pintura y sobre todo por el dibujo y con quien dio sus primeros y prometedores trazos en un lienzo.
Rosario Weiss Zorrilla se hubiera consolidado como referencia artística fundamental del siglo XIX español si no hubiera fallecido tan joven, justo cuando su estrella comenzaba a brillar y era objeto del reconocimiento de todos.
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(1) El hijo mayor, Joaquín, se quedó en el domicilio paterno. Isidoro Weiss murió en la miseria en Madrid en 1.850.
(1) Muchos biógrafos de Goya pensaban que Goya era su padre. Dos años antes del nacimiento de Rosario, Isidoro Weiss había denunciado a su esposa por "deslealtad", pero no hay más prueba. Lo que si se constata que Goya tenía por esta niña un afecto indudable, como se trasluce en cartas conservadas del pintor.
(3) También he encontrado el dato de que la puso como alumna de un tal Vernet fabricante de papeles pintados. (?)
(4) Totovía es un pájaro cantor parecido a la alondra
FUENTES:
Daniel ARVERAS, Tu otro diario: Rosario Weiss, la discípula aventajada de Goya
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