domingo, 25 de julio de 2021

52. Jeanne Baret, la primera mujer en dar la vuelta al mundo

 


Verdaderamente, cada historia que voy conociendo  para incluir en este blog va resultando más y más sorprendente que las anteriores. Si pienso ahora en la primera que escribí, la de la gaditana Rosario Cepeda, siendo extraordinaria ahora a veces pienso si no palidece al lado de algunas otras. (La entrada sobre Rosario Cepeda la escribí hace años para otro blog que ya no existe, aunque ahora está en este blog, ya que aquí es donde encaja).

La entrada de hoy es sobre una persona que vivió una aventura sorprendente. Poco se sabe de la infancia o la juventud de Baret. Nació un 27 de julio de 1.740 en La Comelle (Francia).  Su partida de bautismo sobrevive y la identifica legalmente como hija de Jean Baret y Jeanne Pochard. Su madre murió 15 meses después del nacimiento de Jeanne y su padre cuando ella tenía 15 años. Borgoña era en este momento una de las provincias más atrasadas de Francia en términos de la condición de las clases campesinas, y es probable que la familia de Baret estuviera bastante empobrecida. Uno de los misterios de la vida de Baret es cómo obtuvo educación, ya que su firma en documentos legales posteriores proporciona evidencia de que no era analfabeta.  Por otra parte, parece que su padre sí lo era, pues no firma en la partida de bautismo. Una de sus biógrafas, Glynis Ridley, sugiere que su madre podría haber sido de origen hugonote, un grupo que tenía una tradición de alfabetización más alta que la típica de las clases campesinas de la época. Otro biógrafo, John Dunmore, sugiere que le enseñó el párroco o que un miembro de la nobleza local la tomó como un caso de caridad. Danielle Clode, sin embargo, señala que Jeanne no firmó el registro parroquial por la muerte de su padre (o el nacimiento de su ahijado en 1756). Su primera firma conocida es en 1764, por lo que es más probable que Philibert  Commerson le enseñara a escribir, tal vez para ayudarlo con su trabajo.

En algún momento entre 1760 y 1764, Baret fue empleada como ama de llaves del botánico Philibert Commerson, que se había establecido en Toulon-sur-Arroux, a unos 20 kilómetros (12 millas) al sur de La Comelle, tras su matrimonio en 1760. La esposa de Commerson, quien era hermana del párroco, murió poco después de dar a luz a un hijo en abril de 1762, y parece muy probable que Baret se hiciera cargo de la administración de la casa de Commerson en ese momento, si no antes.

También es evidente que Baret y Commerson compartían una relación más personal, ya que Baret quedó embarazada en 1764. La ley francesa en ese momento requería que las mujeres que quedaban embarazadas fuera del matrimonio obtuvieran un "certificado de embarazo" en el que pudieran nombrar al padre de su hijo por nacer. Sobrevive el certificado de Baret, de agosto de 1764; fue archivado en un pueblo a 30 kilómetros de distancia y en él figuran dos testigos que también habían viajado una distancia considerable desde sus hogares. Ella se negó a nombrar al padre de su hijo, pero los historiadores no dudan que fue Commerson y que fue él quien también hizo los arreglos con el abogado y los testigos en su nombre.

Baret vestida de marinero durante la expedición,
Ilustración del siglo XIX.
Poco después, Baret y Commerson se mudaron juntos a París, donde ella continuó en el papel de su ama de llaves. Baret aparentemente cambió su nombre a "Jeanne de Bonnefoy" durante este período. Su hijo, nacido en diciembre de 1764, recibió el nombre de Jean-Pierre Baret. Baret entregó al niño al hospital de expósitos de París. Rápidamente fue colocado con una madre adoptiva, pero murió en el verano de 1765. (Commerson había dejado a su hijo legítimo de su matrimonio al cuidado de su cuñado en Toulon-sur-Arroux y nunca lo volvió a ver en su vida). En 1765, Commerson fue invitado a unirse a la expedición de Bougainville, la primera circunnavegación francesa del mundo, concebida para catalogar especies botánicas de todo el planeta. Commerson dudó en aceptar porque a menudo se encontraba mal de salud; necesitaba la ayuda de Baret como enfermero, así como para llevar su casa y administrar sus colecciones y papeles. Su nombramiento le permitió un sirviente, pagado como un gasto real, pero las mujeres estaban completamente prohibidas en los barcos de la marina francesa en ese momento. En algún momento, se concibió la idea de que Baret se disfrazase de hombre para acompañar a Commerson. Para evitar el escrutinio, debía unirse a la expedición inmediatamente antes de que zarpara el barco, fingiendo ser una extraña para Commerson. El 1 de febrero de 1767, un tal 'Jean Barré', un mozalbete sube a bordo del buque L'Etoile con 120 hombres. Si Jean Barré es Jean Barré y no la bonita campesina Jeanne Barret es porque, desde 1689, una ordenanza real castiga con severas penas que pueden llegar a la muerte a toda mujer que se enrole a bordo de un buque bajo pabellón real. La expedición duró tres años y el itinerario incluyó Brasil, Uruguay, Argentina, Madagascar, Tahití y otras localidades del Pacífico y el Océano Índico. Debido a la gran cantidad de equipo que Commerson traía en el viaje, el capitán del barco, François Chenard de la Giraudais, cedió su propia cabina grande en el barco a Commerson y su "asistente". Esto le dio a Baret significativamente más privacidad de la que hubiera tenido de otra manera a bordo del barco abarrotado. En particular, la cabina del capitán le dio a Baret acceso a baños privados para que no tuviera que usar la ducha compartida con otros miembros de la tripulación. Bougainville, escribió en su diario en 1768: "durante algún tiempo ha venido circulando un rumor de que el ayudante de Commerson es una mujer. Su estructura, el sonido de su voz, su quijada lampiña y el hecho de que nunca se cambia de ropa o hace sus necesidades frente a otros, es lo que ha levantado sospechas". Pero no fue hasta que llegaron a Thaití cuando Commerson y Baret confesaron. Tan pronto como ella y Commerson pisaron tierra, Baret fue inmediatamente rodeada por tahitianos que señalaron que ella era mujer. Era necesario devolverla al barco para protegerla de los emocionados tahitianos. Bougainville registró este incidente en su diario unas semanas después de que sucediera, cuando tuvo la oportunidad de visitar el Étoile para entrevistar personalmente a Baret.

La expedición empleó dos barcos de guerra franceses, al mando de Louis Antoine de Bougainville, en los que no estaba permitida la presencia de mujeres, por lo que Baret tenía  que disfrazarse de hombre durante los tres años de travesía (1766-1769). Aunque embarcada de incógnito, finalmente fue descubierta su condición de mujer en 1768 y fue obligada a desembarcar en la Isla Mauricio junto a Commerson.  En Mauricio, Baret continuó en su papel de asistente y ama de llaves de Commerson. Es probable que ella lo acompañara en la recolección de plantas en Madagascar y la isla de Borbón en 1770-1772. Commerson seguía teniendo serios problemas de salud y murió en Mauricio en febrero de 1773. Antes de salir de París, Commerson había redactado un testamento en el que dejaba a "Jeanne Baret, conocida como de Bonnefoi, mi ama de llaves", una suma global de 600 libras junto con los salarios adeudados y el mobiliario de su apartamento en París. Por lo tanto, si bien la historia que Baret inventó para beneficio de Bougainville para explicar su presencia a bordo del barco fue cuidadosamente diseñada para proteger a Commerson de la participación, existe una clara evidencia documental de su relación anterior, y es muy improbable que Commerson no fuera cómplice del plan. El biólogo oficial que supuestamente estaba acompañado por su 'asistente' estuvo muy enfermo, a causa del mareo y una úlcera en una pierna, durante todo el viaje, así que en realidad fue Jeanne la que bajaba a tierra,  detectaba, recogía y organizaba las plantas para presentárselas a Commerson, que permanecía encamado. Este estuvo a punto de agradecérselo. Según figura en sus notas personales, iba a bautizar Baretia (de 'Barret') a todo un género de plantas tropicales, hoy conocido como Turraea, de la familia de las Meliaceae. Pero tras la deshonra del desembarco de ambos al ser descubiertos, falleció en Isla Mauricio, antes de poder oficializar la denominación.

Tras la muerte de Commerson, sola y sin recursos, trabajó en una taberna en Port Louis. Conoció a un oficial naval francés, natural de Perigord, Jean Dubernat, fue multada con 50 libras por servir alcohol los domingos en 1773. Luego, el 17 de mayo de 1774, se casó con Jean Dubernat, un suboficial del ejército francés que probablemente se encontraba en la isla de camino a su casa en Francia. Jeanne aportó una pequeña fortuna a su matrimonio, presumiblemente de la taberna y quizás de otras empresas comerciales que dirigía en la isla.

No hay constancia de cuándo exactamente Baret y su esposo llegaron a Francia, completando así la vuelta al mundo. Lo más probable es que fuera en algún momento de 1775. En abril de 1776, recibió el dinero que se le debía según el testamento de Commerson después de solicitarlo directamente al Fiscal General. Con este dinero, se instaló con Dubernat en su pueblo natal de Saint-Aulaye, donde compraron propiedades con la riqueza de Jeanne y vivieron tanto con Dubernat como con las sobrinas y sobrinos de Jeanne.


En 1785, el Ministerio de Marina concedió a Baret una pensión de 200 libras al año. El documento que le otorga esta pensión deja en claro la alta consideración con la que se la tenía en este punto:

"Jeanne Barré, mediante un disfraz, dio la vuelta al globo terráqueo en uno de los barcos comandados por el señor de Bougainville. Se dedicó en particular a ayudar al Sr. de Commerson, médico y botánico, y compartió con gran valentía las labores y peligros de este sabio. Su comportamiento fue ejemplar y el señor de Bougainville se refiere a él con todo el mérito. Su Señoría ha tenido la gentileza de conceder a esta extraordinaria mujer una pensión de doscientas libras al año que se sacarán del fondo para militares inválidos, la pensión se pagará a partir del 1 de enero de 1785".


Murió en Saint-Aulaye el 5 de agosto de 1807, a la edad de 67 años.

La primera mujer en cruzar todos los meridianos terrestres. Le  tocó vivir en la cara oscura del Siglo de las Luces y se arriesgó por amor y amor a la libertad y a la ciencia.




sábado, 17 de julio de 2021

51. Valerie Thomas, la inventora que se convirtió en científica de la NASA contra todo pronóstico

 


Comienzo diciendo que el texto que sigue no es mío, sino de una periodista llamada Rocío P. Benavente, que lo ha publicado en el blog "Mujeres con Ciencia", un blog de la Universidad del País Vasco. Encuentro el texto tan correcto y tan claro que he decidido incluirlo  en mi blog "Mujeres por descubrir", dando crédito a su autora, como hay que hacer en estos casos.

Entre 1972 y 2021, Estados Unidos ha lanzado al espacio un total de nueve satélites del programa Landsat. El objetivo de estos dispositivos es devolver a la Tierra imágenes detalladas de su superficie con distintos fines de investigación. Para lograrlo hay que utilizar sofisticados sistemas de procesamiento de imágenes, de forma que los datos se transmitan e interpreten correctamente y el potencial de sus observaciones no se pierda por el camino. Valerie Thomas, inventora y científica contra todo pronóstico, fue una de las responsables de desarrollar esos sistemas de procesamiento de imagen.

Thomas nació en febrero de 1943 en Maryland, California, y es un ejemplo más para la larga lista de mujeres que siguieron sus inquietudes científicas por una cuestión, casi, de cabezonería personal y a pesar de no contar con la ayuda de su entorno. Y eso que su padre sí tenía algunos conocimientos técnicos y científicos.

De hecho su primera curiosidad por esa rama del conocimiento apareció un día que vio a su padre cacharrear con las tripas de la televisión para arreglarla. Ella quería saber cómo funcionaba. Alrededor de los 8 años cayó en sus manos un libro titulado The Boys First Book on Electronics —El primer libro de los chicos sobre electrónica–, y ella lo llevó a casa esperando que su padre le ayudase a poner en marcha alguno de los proyectos que aparecían en él, pero no fue así.

En esa época, Thomas asistía a un instituto femenino donde tampoco se impulsó su vocación técnica, ya que no se consideraba una opción para las mujeres. En un momento de tensiones raciales y lucha por los derechos civiles, Thomas, una adolescente negra, tenía una desventaja añadida para recibir una educación completa en ese campo. Para ella sus intereses eran, sobre todo, un empeño personal.

Esto cambió al pasar a la universidad. Thomas se matriculó en la Morgan State University y fue una de las dos únicas mujeres que hicieron estudios de física. Era muy buena estudiante y pronto tuvo suficientes conocimientos de matemáticas como para entrar a trabajar como analista de datos en la NASA.

Entró en la agencia espacial en 1965. En 1976, asistió a un seminario científico donde se produjo la demostración de una ilusión óptica en la que se engañaba al espectador para que creyese que una bombilla seguía encendida, incluso después de haber sido desenroscada de su sitio, utilizando un complejo juego de espejos. Esto despertó su vocación de inventora y decidió empezar a trabajar con espejos ella misma, cóncavos y planos, consiguiendo por ejemplo generar la ilusión de que podía reflejarse un objeto que en realidad estaba detrás del cristal y produciendo así ilusiones tridimensionales.

Empezó a experimentar y a estudiar cómo se relacionaba un objeto y su reflejo respecto a las distintas imágenes y posiciones que se percibían al utilizar distintos espejos. Pensó que si era posible presentar y transmitir este tipo de imágenes de forma realista, en el futuro ese conocimiento y técnicas servirían para realizar grandes mejoras en los sistemas de vídeo y televisión.

En 1980 obtuvo la patente de su transmisor de ilusiones, un sistema que utilizaba un espejo cóncavo en el lado del emisor y otro en el del receptor para producir ilusiones ópticas. Este sistema y algunas de sus variantes sigue siendo utilizado hoy por la NASA en programas de observación espacial, y se han estudiado para implementarse en herramientas médicas y quirúrgicas para observar en el interior del cuerpo de los pacientes durante una operación, entre otras cosas.


Dentro de la NASA, Thomas se encargó durante más de diez años de supervisar los trabajos de procesamiento de imagen del programa Landstat, el primero que sirvió para conseguir imágenes de la Tierra desde el espacio. Gracias a estas imágenes pudo ayudar a predecir, entre otras cosas, problemas con las cosechas en distintos lugares del mundo. A medida que avanzaban en el conocimiento y la información que estas imágenes podían proporcionar, la tecnología y los sistemas empleados también avanzaban para poder compartirlas y transmitirlas a otros lugares del mundo.

A pesar de su talento, la carrera de Thomas en la NASA estuvo marcada por el hecho de ser mujer y afroamericana, y tuvo que trabajar especialmente duro para ascender; llegó a ocupar el puesto de jefa de la Oficina de Operaciones de Datos de Ciencia Espacial de la NASA. Durante su tiempo allí contribuyó al desarrollo de programas informáticos que se utilizaron en la investigación sobre el cometa Halley, sobre el agujero y la capa de ozono y la tecnología satelital en su conjunto. Se retiró de la agencia en 1995.

En recuerdo de sus años de estudiante, cuando no tuvo mucho apoyo para sus aspiraciones, Thomas ha participado en programas que buscan despertar y alimentar las vocaciones científicas entre los jóvenes, especialmente entre las chicas, tanto desde la NASA como en un papel de mentora dentro de distintas organizaciones con ese fin.


jueves, 1 de julio de 2021

50. Stephanie Shirley, la matemática millonaria que se hizo pasar por hombre


 Shirley nació con el nombre de Vera Buchthal en Dortmund, Alemania, el 16 de septiembre de 1933. Su padre era juez, de ascendencia judía, por lo que su vida no tardó en verse afectada con la llegada al poder en Alemania del partido nazi. En julio de 1939, Shirley y su hermana pequeña llegaban a Inglaterra como parte de una campaña por poner a salvo a niños alemanes de origen judío. “Estoy viva porque, hace mucho tiempo, unos generosos extraños me ayudaron”, afirmó en una de sus conferencias. Cuando creció lo suficiente para entender lo que había ocurrido, la suerte que había tenido al haberse salvado, tomó una decisión: “Decidí que haber salvado mi vida tenía que merecer la pena”.

En Inglaterra vivió con una familia de acogida con la que creó una estrecha relación y aunque tras la guerra volvió a reunirse con sus padres biológicos, nunca llegó a conectar de nuevo con ellos. Acudió a clase primero en un convento y después en un instituto femenino cercano a la frontera con Gales. En este centro no se impartían lecciones de matemáticas, pero ella recibió permiso para estudiarlas en las clases del instituto masculino de la ciudad. Allí vivió lo que ella describiría después como “seis maravillosos años de paz”.

Tras terminar el instituto, no quiso ir a la universidad. En esa época, contaría después, la botánica era la única ciencia que una mujer podía estudiar y no le interesaba. En vez de eso buscó empleo en un entorno técnico o matemático. A los 18 años obtuvo la nacionalidad británica y cambió su nombre a Stephanie Brook. En esos años, la década de los 50, trabajó en la Estación de Investigación de la Oficina de Correos, diseñando y fabricando ordenadores y desarrollando código para utilizarlos. Durante seis años dio clases nocturnas para obtener un título de matemáticas. En 1957 fue una de las fundadoras de la British Computer Society.


En 1962, tras casarse con el físico Derek Shirley, fundó la compañía de software Freelance Programmers, con un capital de 6 dólares. Su idea, pionera por entonces, era comercializar programas informáticos. Tuvo que convencer a muchos escépticos porque por entonces el software se vendía ya integrado en los dispositivos.

Habiendo experimentado el sexismo en este entorno, uno de sus objetivos era crear oportunidades laborales para otras mujeres, y en su gran mayoría su empresa tuvo solamente empleadas: de los primeros 300 contratos que realizó, solo 3 fueron a hombres. Además favorecía los horarios flexibles y permitía a quien lo necesitara trabajar desde su casa. La abrumadora mayoría de mujeres entre sus filas terminó con la aprobación en 1975 de la Sex Discrimination Act (la ley de discriminación sexual que hacía ilegal favorecer a un género sobre otro). Fue también en esta época cuando adquirió la costumbre de firmar las cartas desde su compañía con el nombre de Steve, precisamente para evitar ser discriminada por ser mujer. "Cuando firmaba las cartas con mi nombre, generalmente ni me contestaban", declaró.

Ella ha contado en varias ocasiones la superioridad y el paternalismo con que la trataron a ella y a su empresa. “En The Times nos llamaban Las niñas de los ordenadores”, contaría ella años después. “Nadie iba a comprar software y, desde luego, nadie se lo iba a comprar a una mujer”.

– Tu empresa funciona porque es pequeña.­– Le dijeron al principio.
– Funciona y es interesante pero no tiene valor estratégico.­– Le dijeron cuando empezó a funcionar. ­
– Bien hecho Steve.­– Le dijeron cuando su empresa valía 3 000 millones de dólares.

Porque la idea de Shirley al final funcionó, se convirtió en una consultora tecnológica de prestigio y su trabajo sirvió para programar horarios de autobuses y también la caja negra del Concorde cuando este nuevo avión salió al mercado. “¿Quién habría imaginado que la caja negra del avión supersónico Concorde iba a ser programada por un grupo de mujeres trabajando desde sus casas?”. La empresa de Shirley llegó a tener 8 500 empleados y su valor en bolsa alcanzó los 3 000 millones de dólares. Se retiró en 1983.

Además de por su labor empresarial, Shirley es conocida por su trabajo filantrópico, centrado entre otros temas en el autismo, ya que el matrimonio tuvo un hijo con trastorno del espectro autista. En 1986 puso en marcha la Fundación Shirley con la misión de potenciar y apoyar proyectos pioneros que tengan un impacto en el campo de los desórdenes del espectro autista con especial énfasis en la investigación médica.

Shirley fue nombrada Oficial de la Orden del Imperio Británico y Dama Comendadora, uno de los más altos reconocimientos que da la corona británica. De mayo de 2009 a mayo de 2010 fue Embajadora del Reino Unido para la Filantropía.