martes, 17 de agosto de 2021

55. Luisa Ignacia Roldán, escultora de cámara de dos reyes

 


Un matrimonio no deseado por su padre, nobles viviendo por encima de sus posibilidades que menospreciaban a los artistas hasta no pagarles los encargos, un carácter fuerte que le llevó hasta declararse ella misma oficialmente pobre y un talento descomunal para trabajar todo tipo de materiales al hacer esculturas, son algunos de los ingredientes que nos encontramos al repasar la vida de una sevillana que se ganó un puesto entre los hombres de aquella época. Y eso era muy difícil. Sobre todo en unos años sumidos en una crisis hasta el punto que en la misma corte pasaba grandes estrecheces.  En pleno auge del Barroco, se convirtió en la primera  escultora de la corte de España en el reinado de Carlos II de Carlos II y repitió en el cargo con Felipe V, gracias a su trabajo y talento, y se ganó la vida con una profesión con la que pocas mujeres lo habían hecho antes.

Luisa Ignacia Roldán nació en Sevilla en 1652, hija del mejor escultor de la segunda mitad del siglo XVII, Pedro Roldán.

Como es natural, Luisa y sus siete hermanos se puede decir que "echaron los dientes" en el ajetreadísimo taller de su padre. Gubias, buriles, formones, limas, tornos, sierras y demás herramientas de escultura debieron ser sus juguetes, imitar a los maestros y aprendices, sus juegos. Su padre, profesor de dibujo además de famosísimo escultor (1), seguramente dibujaría a veces para entretener a su numerosa prole, con lo que esas inapreciables enseñanzas serían adquiridas por ella casi sin darse cuenta. Su hermana Francisca se decantó por la policromía, mientras que Luisa y María se encaminaron a la escultura. Pero Luisa  destacó rápidamente sobre sus hermanas. Es más que posible que Luisa colaborara en las esculturas de su padre, de forma anónima, claro está. De hecho, parece al menos una vez incluso mejoró una: un San Fernando de Pedro Roldán fue rechazado por los comitentes, que lo consideraron mal proporcionado. Luisa reformó las piernas y la cabeza y la obra fue inmediatamente aceptada.

El caso es que Luisa se enamoró de un aprendiz, Luis Antonio de los Arcos. Se dieron mutuamente palabra de matrimonio. Pero Pedro Roldán se opuso totalmente a la boda, aunque varias de sus hijas (concretamente tres) se casaron con escultores sin que el padre pusiera la menor resistencia. Pensando bien diremos que temía que con un matrimonio se malograra la carrera artística de Luisa, o que deseaba un marido de más altura que un aprendiz para su hija; pensando mal digamos que no quería dejar escapar el chollo: una hija que era tan artista como él, o mejor, y cuyas obras, que se hacían pasar por obras del padre, aumentaban la fama de éste.

Cuando un padre se mostraba contumaz en prohibir a su hija casarse con alguien sin que aparentemente hubiera motivos justificados para ello, se podía acudir a la justicia, lo que hizo el pretendiente, declararon testigos de que ambos se habían dado palabra de matrimonio libremente, probablemente se investigó discretamente si el chico llevaba una mala vida, tenía cuentas pendientes con la justicia o tenía vicios o malas costumbres. Se comprobó que no había impedimentos por parte de Luisa que hicieran un matrimonio nulo. Llegados a este punto, se sacaba a la chica de su casa y se la "depositaba" en casa  de una familia conocida por sus buenas costumbres o en un convento hasta el momento de la boda, para que  el padre no pudiera presionarla. Se llevó a la joven a casa del dorador Lorenzo de Ávila, para «tenerla en su poder con la guarda y custodia necesaria y que no la entregara a persona alguna sin licencia y mandamiento judicial» (el auto se encuentra firmado en Sevilla el 17 de diciembre de 1671).  El matrimonio, por fin, se celebró ocho días después en la Iglesia de San Marcos, con numerosos testigos, pero sin la presencia del padre de la novia. También se cree que las relaciones con su padre mejoraron después de la boda, ya que constan algunas colaboraciones entre ellos, actuando ella ya como artista independiente. La pareja tuvo siete hijos, de los cuales cuatro murieron de niños. Luisa continuó con su oficio de escultora, ya como artista independiente de su padre. Esta reconciliación parece confirmada, porque Pedro Roldán la incluyó en su testamento, en las mismas condiciones que al resto de sus hijos.

Es posible que la reconciliación entre Luisa y su padre se sellara con
“La Exaltación”, en la que participaron juntos. Pedro
talló el Cristo y Luisa los ángeles pasionarios y los ladrones.

A este período sevillano corresponden el encargo de Dolorosas para procesionar en Semana Santa y, aunque no haya ninguna documentada, se cree que son suyas la Virgen de la Regla, que pertenece a la Hermandad del Prendimiento, la Virgen de la Sede que se puede ver en el Hospital de los Venerables o la Virgen del Carmen en el convento carmelita de Santa Ana.

A continuación La pareja vino a Cádiz, de donde le habían llegado varios encargos. Estuvieron dos años, y Luisa dejó también varias obras en distintos pueblos de la provincia. Al restaurar el "Ecce Homo" que se encuentra en la catedral, apareció en su interor un papel, escrito por la escultora, donde ella se presenta como "insigne artista" y señala que su marido realizó policromía y dorados.


"Ecce homo" de la catedral de Cádiz
obra de Luisa Roldán


 

Documento hallado en el interior del "Ecce Homo",
firmado por la escultora 




Lo mismo ocurrió en la restauración de las esculturas de los patronos de Cádiz San Servando y San Germán, igualmente en la catedral.

Los patronos de Cádiz, en la catedral


A continuación marcharon a Madrid. Allí tuvieron una vida difícil, con muchas privaciones. Aunque Luisa fue nombrada escultora de cámara del rey Carlos II. Este nombramiento llegó con fecha 15 de octubre de 1692.  la corte pasaba auténticas estrecheces. Los trabajos que efectuaba estaban mal pagados e incluso tenía dificultades para cobrar, pues en aquella época, la situación general del reino era mala por la deficiente administración y la corrupción. Se tienen noticias de que la propia esposa del embajador francés se quejaba de que ni siquiera en Palacio había ni pan ni carne para comer y se pasaba hambre. Luisa a menudo no recibía el salario de 100 ducados anuales que se le había  asignado. Hay documentos de las peticiones que la escultora dirigió al rey y la reina. En diversas peticiones Luisa declara que no tiene medios para alimentar a sus hijos, pide ayuda para alimentación y vestuario pide que se le concedan habitaciones en la casa del Tesoro,  donde vivían los criados de la corte, pide el cargo de «ayuda de furriel» (criado) para su marido. La respuesta a esta petición fue "no hay plazas disponibles". La carrera como escultor de Luis Antonio no arrancaba (nunca arrancó), de forma que él sólo colaboraba realizando la policromía de las obras de su mujer. Luisa hacía también pequeños grupos escultóricos de terracota, cuya técnica dominaba desde su juventud para ricos burgueses y nobles, y belenes de estilo italiano, pero no era suficiente para mantener la familia.


Este tipo de imágenes se puso de moda entre nobles y burgueses
acomodados, pero a pesar de realizar muchas a menudo no recibía el pago
comprometido

Las penurias económicas, la muerte de cuatro hijos de niños fue causando desavenencias matrimoniales. El tema de la relación de la Roldana y su marido ha sido siempre fuente de controversia. Muchas hipótesis han mantenido que Luisa fue desgraciada en su matrimonio, que su marido era un inútil y que ella tuvo que trabajar mucho y mantener a la familia. Sin embargo, ella misma lo describe como “viril, hermoso, activo, cargado de pasión y energía” en una nota escondida en la escultura Arcángel San Miguel aplastando al diablo. Parece que en lo que a la relación de Luisa con su marido respecta, no hay consenso. Pero no deja de ser interesante la teoría que crece al respecto de esta estatua, una de sus obras más célebres. Se dice que Luisa Roldán se aurorretrató en San Miguel  y puso el rostro de su marido en el demonio.

San Miguel venciendo al diablo.
Basílica del Escorial

A la muerte de Carlos II Luisa Roldán presentó al nuevo rey dos obras, un Entierro de Cristo y un Nacimiento.

"Entierro de Cristo", una de las obras que presentó a Felipe V
para   que le renovara el nombramiento de Escultora de Cámara.
Nueva York, Metropolitan Museum of Art.

Con fecha de octubre de 1701 Felipe V le concedió otra vez el nombramiento de escultora de Cámara   Sin embargo no tuvo posibilidad de disfrutar de lo que podría haber sido una nueva etapa económica para ella, porque falleció en 1706, habiéndose presentado pocos días antes para ser declarada oficialmente pobre Luisa murió en Madrid, a los 53 años, sumida en la pobreza. En la iglesia parroquial de San Andrés (Madrid) se encontró la partida de defunción con fecha 10 de enero de 1706.

Si os interesa saber más del personaje os dejo un enlace a un bonito documental de 41 minutos que está en la web de rtve: Luisa Ignacia Roldán "La Roldana."


_______________________

(1) Estudió dibujo en la academia creada por Murillo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario