domingo, 27 de junio de 2021

49. María de la O Lejárraga. la escritora que perdió el nombre

 

María de la O Lejágarra es autora, entre otras muchas cosas, del libreto y argumento de "El amor brujo". aunque en su momento apareciera como autor su marido. Gregorio Martínez Sierra.

Escribió en silencio, en soledad entre cuatro paredes, lejos de los aplausos por las obras de teatro que salían de su pluma. Su nombre es una ausencia, una sombra, un vacío y una historia dolorosa. María de la O Lejárraga  atravesó todo un siglo y fue una de esas mujeres brillantes y pioneras de la Edad de Plata de la literatura española, que abarcó desde 1900 hasta la Guerra Civil. Novelista, dramaturga, ensayista, traductora, feminista y, sin embargo, ausente de las portadas de sus libros. El nombre que leemos es el de su marido: Gregorio Martínez Sierra, quien recibía elogios en los estrenos de Canción de Cuna o El amor brujo y El sombrero de tres picos, de Manuel de Falla, mientras la autora y libretista esperaba en casa.​


María de la O Lejárraga García nació en el seno de una familia acomodada de San Millán de la Cogolla, el 28 de diciembre de 1,874 (La Rioja). A los cuatro años se trasladó con su familia a Madrid ya que su padre, Leandro Lejárraga Estecha, natural de Tormantos, era cirujano y ejerció la medicina en Madrid. Su madre, Natividad García Garay, natural de Madrid, se ocupó personalmente de la educación de sus hijos, siguiendo los programas educativos franceses. Estudió en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer donde tomó el primer contacto con las ideas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza. Terminó sus estudios de Comercio en 1891, convirtiéndose en profesora de Inglés para la Escuela de Institutrices y Comercio. Finalizó sus estudios de magisterio en la Escuela Normal de Madrid. Ejerció como maestra entre 1897 y 1907.

En 1899 publicó su primera obra: Cuentos breves, que fue acogida por su familia con frialdad. Por la reacción familiar y el hecho de ser maestra le impulsaron a ocultar su nombre bajo el nombre de su marido, con el que se casó en 1900. En 1901 publicaron Vida Moderna, en la que publicaron tanto escritores modernistas como realistas.

Con Juan Ramón Jiménez fundó la revista del modernismo poético Helios (1903-1904), de la que solo se publicaron once números, donde publicaron, entre otros, Emilia Pardo Bazán, Antonio Machado, Jacinto Benavente, los hermanos Quintero... Y en 1907 la revista Renacimiento, también de corta duración pero gran calidad. Estas colaboraciones cimentaron una profunda amistad entre Lejárraga y Juan Ramón Jiménez. Ambas publicaciones estaban al corriente de las tendencias literarias europeas. Lejárraga era políglota y fue quien realizó la mayoría de las traducciones inglesas y alguna francesa aparecidas en Renacimiento.

María de la O dejó su labor docente y pidió la excedencia en 1908 para dedicarse de lleno a la literatura. Su obra Canción de cuna, estrenada en 1911, recibió el premio de la Real Academia Española como la mejor obra de la temporada teatral 1910-1911. De las obras escenificadas en Madrid entre 1929 a 1931, al menos veinte eran suyas. Esto muestra el éxito de público y el interés de la crítica. Además, la "Compañía cómico-dramática Martínez Sierra", dirigida por su esposo, no solo representó en España sino que hizo varias giras por Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Latinoamérica. En los programas de las funciones aparecían los nombres de ambos. Cuando su esposo estaba fuera, era ella quien se encargaba de los negocios relacionados con su teatro, el Teatro Lara.

También colaboró con literatos consagrados como Eduardo Marquina, en su obra El pavo real o con Carlos Arniches, en La chica del gato, que posteriormente fue llevada al cine. En 1914 María de la O realizó el libreto de Margot, con música de Joaquín Turina, un drama lírico en tres actos.

El matrimonio entró en contacto con Manuel de Falla en París en 1913 a instancias de Joaquín Turina. Tras volver este a Madrid comenzaron a colaborar en varios proyectos. En 1915 se estrenó El amor brujo, que combinaba música y danza con música de Manuel de Falla y libreto de Lejárraga en el Teatro Lara de Madrid. Con esta obra querían expresar el alma de la raza gitana. Para crearlo Falla tocaba fragmentos de la partitura y Lejárraga describía el tono emotivo del pasaje. Viajaron juntos a Granada, ciudad que conocía Lejárraga en profundidad, donde dieron los toques finales. La protagonista fue Pastora Imperio.​

La vinculación de Lejárraga con Granada fue siempre estrecha, especialmente desde que escribiera, en los primeros años del siglo, su libro "Granada, guía emocional".

A veces, los ensayos se paraban porque María estaba reescribiendo el último acto de la obra firmada por Gregorio Martínez Sierra. Todo el mundo sabía que Lejárraga era la "negra" de su exitoso marido. Pese a esta ocultación, ya había sospechas sobre la verdadera autoría de las obras.


En 1930 Gregorio firmó finalmente un escrito en el que reconocía la coautoría de su mujer, pero él reclamaba estos derechos para sí. Sin embargo, este reconocimiento fue tardío y engañoso pues  está redactado de forma que no dice la verdad al completo: "todas mis obras están escritas en colaboración con mi mujer", en lugar de "todas las obras a mí atribuidas son de la autoría de mi mujer". 

Documento firmado por Martínez Sierra reconociendo que las obras firmadas por él estaban escritas
"en colaboración con su mujer"

Todavía a día de hoy, junio de 2.021, en la web Filmaffinity, en la ficha de la película de Garci "Canción de cuna", se lee que el guión está basado en una obra teatral de Greforio Martínez Sierra. Pues no, señores, no. 


Incluso se ha reconoce que obras de otros autores, como fue el caso de El pavo real de Eduardo Marquina, fueron también escritas por María Lejárraga y que Marquina contribuyó exclusiva o primordialmente a su versificación.

Participó en la fundación de varias asociaciones feministas. En 1917 participó en la creación de la UME o Unión de Mujeres de España, que duró dos años junto a la marquesa del Ter; en 1920 viajó a Ginebra como delegada de España al VIII Congreso de la International Woman Suffrage Alliance donde colaboró en la redacción de una carta de derechos femeninos: reconocimiento de la igualdad política, administrativa y civil de los dos sexos a nivel nacional e internacional.​ Fue un miembro activo de la Sociedad Española de Abolicionismo participando en múltiples mítines. Esta sociedad estaba en contra de la reglamentación de los prostíbulos.

En 1926 participó en la fundación del Lyceum Club que presidió María de Maeztu, junto a Victoria Kent y Zenobia Camprubí, entre otras.​ Se inauguró con 150 socias de todas las tendencias y en él participó también Elena Fortún, a la que Lejárraga animó en su vocación literaria.

Feminista convencida, se afilió en 1931 al Partido Socialista. Fue elegida miembro del Congreso de Diputados por Granada. En noviembre de 1936 ocupó el puesto de Agregada Comercial de la Legación de España en Berna. En mayo de 1937 fue nombrada secretaria de la delegación gubernamental española en la XXIII conferencia de la Oficina Internacional de Trabajo. Sin embargo, con el cambio de la jefatura del gobierno en 1937 con la sustitución de Largo Caballero por Juan Negrín, fue cesada en su cargo y se trasladó a su casa cerca de Niza. 

Volvió a escribir en 1948. Cuando Katia Martínez Sierra, hija extramatrimonial de Gregorio Martínez Sierra y la actriz Catalina Bárcena, reclama derechos de autor tras la muerte de su padre en Buenos Aires, en 1947, María de la O empieza a firmar sus obras con el nombre de María Martínez Sierra y pleitea por los derechos de autor de sus anteriores obras. Así lo hará en Una mujer por los caminos de España (1949) y Gregorio y yo, un libro de memorias (1953). En este último opúsculo, María de la O aporta de un documento firmado en 1930 por Gregorio Martínez Sierra, en presencia de testigos, en el que declara que las obras son compartidas, a los efectos legales. Además, en su legado, centenares de cartas y telegramas confirman que las novelas las escribía Lejárraga. También se supo que su separación había sido una realidad desde 1922, lo que en su época ya era un hecho conocido. 


Tras la Guerra Civil inició un largo exilio, por Francia, México y Argentina, donde finalmente falleció en 1974. En 1950 viajó a Nueva York y más tarde a California, para entrevistarse con productores de Hollywood. Allí escribió una comedia para niños,  que le fue rechazada. Sin embargo, ella vio su similitud con la película La dama y el vagabundo. Desencantada, viajó a México donde tradujo para las editoriales Aguilar y Grijalbo. Colaboró en la prensa y habló en el Ateneo Español. Por problemas de salud se trasladó a Buenos Aires, donde seguiría escribiendo hasta su muerte, el 28 de junio de 1,974.



viernes, 25 de junio de 2021

48. Téano, la primera matemática de la historia

 


Bajo el nombre de Theano se esconde la primera mujer, de la que se tienen indicios históricos, que hizo aportaciones a las matemáticas. Nació en Crotona en el año 546 a, C. Se convirtió en discípula de Pitágoras e ingresó en el grupo de los pitagóricos. Pasados unos años y debido a las especiales facultades de Theano, ésta pasó a ser profesora en la escuela de Crotona dirigida por Pitágoras, quien no hacía ningún tipo de discriminación sexista para pertenecer a la misma, cosa que no podemos decir de muchos y muy buenos matemáticos contemporáneos que vetaban de forma injusta a las mujeres y las relegaban a tareas domésticas. Prueba de lo anterior es que se pueden contabilizar hasta dieciséis mujeres que formaron parte de la comunidad pitagórica más antigua, entre las que podemos citar a Aristoclea.

Theano se casó con Pitágoras  y tuvieron una hija llamada Damo así como un hijo llamado Telauges. No hay unanimidad al respecto, ya que hay otra corriente de historiadores que afirma que fueron padres de tres hijas (Damo, Myia y Arignote) y dos hijos.

 

Teano
Se cuenta que un discípulo joven se prendó de Theano en cuanto la vio y preguntó su edad a Pitágoras, quien le respondió: “Theano es perfecta y su edad es un número perfecto”. “Maestro, ¿no podría usted darme más información?”, insistió el enamorado, a lo que el pensador contestó: “La edad de Theano, además de ser un número perfecto, es el número de sus extremidades multiplicado por el número de sus admiradores que es un número primo”.

Después de que la academia de Pitágoras consiguiera controlar el gobierno local de Crotona, el pueblo entró en cólera y destruyó la escuela, lo que hizo que los profesores y estudiantes fuesen asesinados (como es el caso del propio Pitágoras) o se viesen obligados a huir.

Theano pudo salvarse y se exilió llevándose consigo gran parte de los escritos de su marido gracias a la inestimable ayuda de su hija Damo. Cogió las riendas de la comunidad pitagórica y se dedicó a expandir sus conocimientos en Grecia y Egipto. Ella y sus hijas destacaron como médicos (hay que recordar que para los pitagóricos el cuerpo humano era una copia en miniatura del universo). Una anécdota a este respecto nos dice que en un debate con el médico Euryphon sobre la naturaleza del desarrollo del feto, Theano y sus hijas lo convencieron con su argumento de que el feto era viable después del séptimo mes.

Las principales obras que se atribuyen a  Theano son: una biografía de Pitágoras, un teorema sobre la proporción áurea, aportaciones varias a la teoría de números, a la teoría de poliedros regulares, a la Cosmología, al origen del Universo, a la Física, a la Medicina, a la Psicología Infantil y un tratado “Sobre la Piedad”, del que se conserva el fragmento siguiente en el que hace una disquisición sobre el número:

He oído decir que los griegos pensaban que Pitágoras había dicho que todo había sido engendrado por el Número. Pero esta afirmación nos perturba: ¿cómo nos podemos imaginar cosas que no existen y que pueden engendrar? Él dijo no que todas las cosas nacían del número, sino que todo estaba formado de acuerdo con el Número, ya que en el número reside el orden esencial, y las mismas cosas pueden ser nombradas primeras, segundas, y así sucesivamente, sólo cuando participan de este orden.

El principal trabajo atribuido a Theano, versa sobre la famosa proporción áurea. Como la constante geométrica π, el número de oro Φ (llamado así así en honor al escultor griego Fidias) es un número irracional que aparece con mucha frecuencia en la naturaleza y cuyo valor aproximado es 1,6180. En geometría, un rectángulo áureo es aquel cuyos lados están en proporción áurea, por ejemplo, 13:8. Tanto en la Grecia Antigua como en Egipto, se usó esta proporción para construir numerosos edificios (el Partenón, las pirámides, etc.). Actualmente conocemos que algunos patrones de crecimiento observados en la naturaleza siguen la proporción áurea como, por ejemplo, las espirales de la concha del Nautilus y en la espiral doble de las flores de girasol.

Por otro lado, en un tratado sobre la construcción del universo, Theano expone que éste está formado por diez esferas concéntricas: el Sol, la Luna, Saturno, Júpiter, Marte, Venus, Mercurio, la Tierra, la Contra-Tierra, y las estrellas. Los siete primeros describen una órbita en torno a un fuego central. Las estrellas están fijas y se consideran inmóviles. En su teoría, las distancias entre las esferas y el fuego central están en la misma proporción que los intervalos en las escalas musicales.

Hay  que señalar que existen varias conjeturas sobre el padre de nuestra protagonista, así como sobre la existencia de una segunda Theano que vivió en el siglo IV a.C., hecho que se recoge en la gran enciclopedia bizantina del siglo X, denominada Suda, según la cual procedía de Metaponto, un pueblo de la costa sur de Italia cercano a Crotona.

miércoles, 23 de junio de 2021

47. Wallada, la princesa omeya que escribía poesía

 


Wallada bint al-Mustakfi, en árabe ولادة بنت المستكفي  fue una poetisa andalusí, hija de Muhammad al-Mustakfi, del efímero undécimo califa de Córdoba y de una esclava cristiana, Amin'am. 


Fue una mujer segura y decidida, recordada por su un papel activo en la sociedad a pesar de los limitantes de su posición, el ser una mujer en un contexto árabe medieval. Sus versos dan muestra de su singularidad, y los motivos presentes en esta se asocian a su historia de amor con el poeta Ibn Zaydún.

Wallada bint al-Mustakfi nació en la cuna del califato de Córdoba. No se sabe con seguridad la fecha de su nacimiento (se dan varias, pero puede deducirse que fue entre 1.003 y 1.010). En cualquier caso, durante un periodo de guerras civiles.  

En un periodo de guerras civiles por conflictos en la sucesión del poder y todo tipo de intrigas palaciegas, desencadenadas tras la muerte del hijo de Almanzor, al-Muzzaar. Su padre, Muhámmad III al-Mustakfí, accedió al poder el 11 de enero de 1024 al asesinar al anterior califa Abderramán V. Debido a la turbulenta situación del califato ostentó el título de princesa por poco tiempo, pues, su padre murió menos dos años después también asesinado en Uclés (también existe la hipótesis de envenenamiento).

Wallada tuvo la suerte de que su padre no tuviera descendencia masculina, lo que le dio la oportunidad, en el momento de morir el califa en 1025, de cobrar la herencia y alejarse definitivamente de la realeza. Ella continuaba soltera y se independizó de toda tutela masculina gracias a la herencia de su padre y abrió un palacio y salón literario en donde se dedicó a enseñar poesía y canto a chicas de buena familia e incluso a esclavas.  

A su salón también acudían los poetas y literatos de su tiempo, junto a personajes jurídicos prestigiosos que se admiraban de su genio y belleza. Entre sus cualidades se destacaban atributos físicos como el de una belleza de cabello rubio-pelirrojo, piel clara y ojos azules, además de ser inteligente, culta y orgullosa. El andar por la calle sin velo y sus versos bordados en los hombros de sus vestidos son ejemplos que atestiguan su personalidad altiva. Se la describe como coqueta y libertina según varias fuentes:​

Por Alá, que merezco cualquier grandeza

y sigo con orgullo mi camino

Doy gustosa a mi amante mi mejilla

y doy mis besos para quien los quiera

En el ámbito de la poesía eran vistos como actos polémicos  tener batallas de versos en fiestas con hombres reclamando la misma posición —allí conoció a su enamorado más recordado—. La gran pasión de su vida fue el poeta Ibn Zaydún o Abenzaidún, con el que mantuvo una relación secreta, dada la vinculación del poeta con los Banu Yahwar, linaje rival de los Omeyas al que ella pertenecía, por lo cual debía andarse con cuidado por Córdoba. Sobre esta relación giran ocho de los nueve poemas que de ella se conservan. Supuestamente relación se rompió por el amorío de Ibn Zaydún con una esclava negra de Wallada, lo que puede ser cierto, pero también responde a un tópico de la poesía de la época. Los dos amantes intercambiaron feroces sátiras tras la ruptura.

Aunque criticada por su estilo de vida, Wallada era también admirada y defendida por muchos, ya que nunca dejó extinguir su fortuna y tampoco se casó. Al caer el régimen de los califas y pasar a los reinos de taifas, fue amparada por dos supuestos amantes, el poeta Ibn Hazm, autor de "El collar de la paloma", y el visir Ibn Abdus, su eterno enamorado que, al parecer, permaneció a su lado y la protegió hasta su muerte, cuando ya era octogenaria.

Wallada murió el 26 de marzo de 1091, el mismo día que los almorávides entraron en Córdoba.

Monumento a los enamorados
Lo que se conserva de la obra literaria de Wallada es poco frente a lo que se cree que realmente escribió. Su genio creador se debe a una vasta formación literaria que pudo obtener gracias a su posición en la familia del califa. Fue conocida como la mujer más culta, famosa y escandalosa de Córdoba; en sus obras ella demostraba gran artificio y conocimiento de las tendencias artísticas de la época y era muy admirada por su capacidad para crear versos. Los poemas que perduran hasta la actualidad están directamente relacionados con su relación con Ibn Zaydún, la cual ha llamado la atención a lo largo del tiempo por la romantización que de ella se conserva. Según cuenta la leyenda se conocieron en una fiesta de versos en donde toda la noche estuvieron contestándose versos, lo que llevó a que la rivalidad inicial se transformara en afecto y luego en amor. Se cuenta también​ que Ibn Zaydun le enviaba cartas anónimas con pequeños poemas a Wallada, pero que ella estaba tan desconcertada por no conocer su autoría que los ignoró hasta que por fin le llegó uno firmado. Su amor fue secreto y efímero, de hecho uno de los poemas de Wallada habla de la traición de Ibn Zaydún.  Cuando ocurrió la separación, Ibn Zaydún fue encarcelado por un delito común y, tan pronto salió, decidió buscar a Wallada arrepentido; sin embargo, ella nunca más le volvió a corresponder. Se cuenta que lo veían caminando errante y ojeroso, enfermo de amor; por todos eran conocidos sus poemas, dolorosos y sumisos, que suplicaban el perdón que nunca le fue concedido. Se conserva un monumento de este amor, el Monumento a los enamorados. Desde la cárcel Ibn Zaydún escribió bellas epístolas a sus amigos para que intercedieran por él ante Ben Chauar. Al fin, sus súplicas tuvieron efecto, y fue libertado, aunque alejado de la corte con misiones de embajador ante otros reyes de taifas. Recorrió distintas cortes (Sevilla, Badajoz, Valencia), para instalarse por último en 1049 en Sevilla en la corte de al-Mutádid como secretario, cargo que desempeñará hasta su muerte en 1070 o 1071, ya con al-Mu'támid como rey. En este periodo escribirá poesía áulica al servicio de sus nuevos protectores, los abadíes sevillanos, renovando el panegírico, sobre todo en los destinados al joven príncipe y poeta, al-Mu'támid, por quien sentía un cariñoso afecto y respeto a su calidad como lírico.




jueves, 17 de junio de 2021

46. Tanja Bosak, esperando a Perseverance

 

Tanja Bosak nació en Croacia, en el pequeño pueblo  de Kumrovec, también lugar de nacimiento del dictador yugoslavo Tito, poco antes del desmembramiento del bloque socialista y de la entonces Yugoslavia. De niña, soñaba con convertirse en cartera solo para poder manejar una motocicleta como la que usaban esos funcionarios.

Con 13 años, recibió una beca de admisión para una escuela secundaria especializada en Matemáticas y Ciencias Informáticas. Para ello tuvo que mudarse sola a Zagreb donde comenzó a vivir en una casa  para adolescentes tutelada por el estado.

Gracias a la formación recibida en esa institución fue fácilmente admitida en la principal universidad del país. Ahí tenía el objetivo de licenciarse en Física pero, poco a poco, sus intereses se declinaron hacia la Geofísica.

Después de graduarse, consiguió un puesto en la escuela de verano del Laboratorio de Propulsión del Instituto de Tecnología de Pasadena, California (conocido popularmente como CalTECH). Ahí pudo estudiar asignaturas relacionadas con los procesos microbiológicos y sedimentos antiguos en rocas,  para lo que pasó dos años en la Universidad de Harvard como estudiante de una iniciativa postdoctoral en microbiología. Sus méritos le valieron un puesto en el Departamento de Tierra, Atmósfera y Ciencias Planetarias del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) donde desde 2007 es profesora del Programa de Geología, Geoquímica y Geobiología.

Desde esa posición, la experta también ha mantenido activa en cuanto a la investigación experimental. Una de las principales incógnitas que busca responder es cómo los procesos microbianos dejan señales químicas, minerales y morfológicas en las rocas.

Su laboratorio se basa en enfoque de procesos biogeoquímicos modernos para interpretar la evolución de la vida y el medio ambiente a lo largo del primer 80 % de la historia de la Tierra. Ahora, los resultados de esas pesquisas sirven de mapa para tratar de identificar pistas de un desarrollo similar en Marte. Posee el premio Subaru a la Mujer Sobresaliente en la Ciencia 2007. y también  la medalla James B. Macelwane 2.011  de la AGU (Advancing Earth and Space Science) . La medalla es por "contribuciones significativas a las ciencias geofísicas por un destacado joven científico".) 

El Perseverance poco antes de aterrizar
El 18 de febrero de 2021, el rover Perseverance tocó firme sobre la superficie marciana. Equipado con sofisticadas herramientas como una cámaras de alta resolución, una pequeña estación climática o un medidor de espectroscopias, el pequeño robot completaba un paso más dentro de su extensa misión. La Agencia estadounidense para la Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) ha declarado que los diferentes equipamientos tienen un objetivo muy particular dentro de la nueva exploración del “Planeta Rojo”. En esta ocasión, la principal misión es la búsqueda de signos de actividad microbiana antigua.

Pero, ¿cómo? A través de la recolección de muestras de rocas y del suelo local. Un potente taladro especializado se encarga de tomar las pruebas que luego son almacenadas en tubos sellados. Luego, al terminar sus tareas, Perseverance emprenderá el regreso a la Tierra, acompañada de los elementos recopilados.

Tanja Bosak es una de las científicas que espera, con grandes expectativas, el retorno de esas colectas. La geobióloga se incorporó al proyecto investigativo tras presentar su candidatura a Return Sample Science on Mars 2020 (Regreso de muestras científicas de Marte 2020). Tanja también es una activa motivadora para sus estudiantes. A través de su iniciativa, el Laboratorio Bosak, ha servido de inspiración a numerosos jóvenes. Esa labor también le ha valido algunos galardones dentro del MIT. Mientras espera el retorno del robot Perseverance, Tanja sigue en su laboratorio o dando clases en las aulas del MIT, Perseverance avanza en su recorrido. El pequeño rover tiene todavía un largo viaje por delante. La espera no importa. Habrá valido la pena cuando el robot y la científica por fin se reúnan para analizar las pistas de una posible vida marciana.

domingo, 13 de junio de 2021

45. Irène Joliot-Curie, la difícil tarea de ser hija de la número 1


Hace sólo 8 días, al escribir sobre Ada Byron, dije que el objetivo de este blog era dar a conocer mujeres poco conocidas y que por eso no estaban personajes tan obvios como  Marie Curie y comentaba que Ada no era desconocida pero sí mal recordada, puesto que la conocemos habitualmente como Ada Lovelace o Ada King Lovelace. Y King es el  apellido de su marido y (conde de)Lovelace es el título del mismo. Pero otra forma de injusticia es cuando tu madre es tan famosa que su sombra causa que tu luz apenas destaque. Tan famosa que, cuando su hija se casa, es el marido de ésta quien une los apellidos y une su nombre al de su mujer. Por eso hoy escribo sobre Irene Juliot-Curie.

Nació en París, EL 12 de septiembre de 1.897.  Hija mayor de Marie Curie (Nobel de Física en 1903 y de Química en 1911) y Pierre Curie (Nobel de Física en 1903).Tuvo una hermana menor, Eva, nacida en París en 1.904.

Las tres Curie.
A la derecha, Eva. Como ella misma decía "la única de la familia que no había ganado un Nobel", aunque fue una conocida periodista y escritora.

Marie no estaba satisfecha con el nivel de calidad de las escuelas parisienses de la época. Por eso, las niñas fueron educadas principalmente en el hogar. De hecho, Marie unió fuerzas con un grupo de distinguidos académicos que se turnaron para darles clases en sus áreas de especialización". Curie, por su puesto, se encargó de enseñarles física y, en ese proceso, logró que Irene se enamorara de la ciencia. La niña también destacaba en matemáticas. A los once años ya estudiaba matemáticas avanzadas. Sobresalía de tal manera en sus estudios en el instituto que a los catorce años aprobó la primera etapa del bachillerato con un año y medio de adelanto y matrícula de honor.  Tres años más tarde, en el inicio de la Primera Guerra Mundial, ingresó en la Sorbona para estudiar matemáticas y física, al tiempo que se matriculaba a un curso de enfermería.

En 1.916  dejó la Sorbona, a petición de su madre,  para trabajar como enfermera radiológica ayudándola a salvar la vida de los numerosos heridos de guerra. Marie Curie equipó docenas de vehículos con básicos equipos de rayos X. Así localizaban los restos de metralla que podía haber en el interior del cuerpo de los heridos y así guiar a los cirujanos en sus intervenciones. Esta idea salvó muchas vidas. En primer lugar, Marie enseñó a Irene a manejar el equipo. Luego Irene formó, a su vez, a muchas enfermeras y éstas a otras, llegando con sus furgonetas hasta donde hubiera carreteras practicables. Durante esta época Irène se gano el sobrenombre de la Petit Curie. Empezó con su madre en una instalación de campaña, pero a los pocos meses, la dejó sola a cargo de instalación radiológica en Hoogstade. Ahí, sola y sin ayuda, radiografiaba a los heridos y llevaba a cabo un cálculo geométrico para indicar al cirujano la localización de las balas y la metralla. También aprendió por su cuenta a reparar los aparatos de rayos X a su regresó a París en 1916 impartió un curso de rayos X.  Y volvió a matricularse en la Sorbona licenciándose con matrícula de honor en matemáticas y física. Cuando finalizó sus estudios en la Universidad de París fue asistente del departamento de radiografía de diversos hospitales. En 1920 entró a trabajar como ayudante en el laboratorio Curie del Instituto del Radio de la Universidad de París, dedicado a las investigaciones y enseñanza de la radiactividad. Centró sus  primeras investigaciones en fenómenos atómicos y basó su tesis doctoral en el estudio de las partículas alfa (núcleos de helio-4) emitidas por una fuente de polonio. La presentó en 1925 bajo el título: “Recherches sur les rayons alfa du polonium, oscillation de parcours, vitesse d’émission, pouvoir ionisant.” Ese mismo año, un joven e inquieto Frédéric Joliot, que todavía no había acabado el servicio militar, se presentó ante la que había sido la heroína de su infancia para pedirle un empleo en el laboratorio Curie. Venía muy recomendado por Paul Langevin y Marie le propuso empezar al día siguiente. Para ello consiguió que el coronel le dejase concluir antes las milicias. Frédéric, tras la muerte de su padre, se había matriculado en la École de physique et de chimie industrielles de París, donde Pierre Curie había enseñado antes de traspasar su puesto a Paul Langevin. Extrovertido y apuesto, Frédéric estaba acostumbrado a hacer amistades con facilidad. Sin embargo, le costó adaptarse al ambiente serio y silencioso del laboratorio Curie. Se sentía solo y evitaba a Irène, la ayudante preferida de la jefa que ni siquiera le daba los buenos días. Sin embargo, con el paso del tiempo empezó a sentirse más y más atraído por su inteligencia. Ambos disfrutaban conversando y dando largos paseos. Se enamoraron y decidieron comprometerse. Irène lidió con la oposición de su madre a su matrimonio causada por la desconfianza que le generaba su futura pareja. Marie Curie trató de disuadir a su hija e insistió para que llegaran a un acuerdo que anulase la ley francesa en virtud de la cual los maridos controlaban las propiedades de sus esposas. Quería  asegurarse que Irène sería la única que heredaría las substancias radiactivas del Instituto Curie. Al igual que otras personas, Marie no podía imaginar a la taciturna y austera Irène con el alegre y elegante Frédéric. Su hija era tres años mayor que él, había declarado que nunca se casaría y no le daba importancia ninguna a la apariencia. Cuando no llevaba la bata de laboratorio con sus zapatos de enfermera, vestía sencillos vestidos de colores oscuros. Frédéric, en cambio, era todo un donjuán y un fumador empedernido.

 Pero Irène, hizo caso omiso de los consejos maternos y se casó con Frédéric el 26 de octubre de 1926. Lo cual no impidió que Marie, durante años, siguiese presentándolo como “el hombre que se casó con Irène”. Frédéric, sin embargo, sentía una gran admiración por su suegra y no dudó en aceptar su petición cuando le insistió para que siguiese adelante con sus estudios. Mientras continuaba sus tareas en el Instituto, se licenció en la Sorbona doctorándose en 1930 con una tesis sobre la electroquímica de radioelementos: “Électrochimique des radioeléments. Applications diverses”. Langevin había acertado de lleno, vio en él al gran científico en el que se iba a convertir.

Los Joliot- Curie,
con sus hijos
En 1927, tres años antes de que Frédéric leyese su tesis, tuvieron a Hélène y poco después Irène contrajo tuberculosis. El médico le advirtió de que no tuviese otro hijo y disminuyese su ritmo de trabajo. Pero aquello era superior a ella. La tuberculosis no la llevaría a renunciar a aquello que le hacía sentir completa, a ser investigadora y madre.  A la semana siguiente, combatiendo contra una enfermedad que volvería a padecer a lo largo de su vida, ya estaba de vuelta al laboratorio y cinco años más tarde su otro deseo se hizo realidad, dio a luz a Pierre.

La colaboración científica entre ambos se centró en el estudio de las emisiones radiactivas. Les atraían las investigaciones que el grupo de Rutherford estaba desarrollando en el laboratorio Cavendish y disponían de 200 milicurios de Polonio, la fuente más poderosa de rayos alfa, para llevarlas a cabo. El primer paso era analizar la radiación neutra y muy penetrante que habían detectado Walther Bothe y Herbert Becker al bombardear berilio con partículas alfa provenientes de una muestra de polonio. Los Joliot-Curie repitieron los experimentos y publicaron sus hallazgos el 18 de enero de 1932. Habían observado que la potente radiación de Bothe era capaz de provocar la emisión de protones de una capa de parafina. Postularon que se trataba de una radiación electromagnética de alta frecuencia pero no supieron interpretar los resultados.

Los Joliot-Curie habían tenido “en sus manos” el neutrón y no supieron reconocerlo. Y, por desgracia, no fue el único premio Nobel que vieron pasar delante de sus narices. En sus trabajos con una cámara de niebla que, mediante un campo magnético creado por un electroimán, curva la trayectoria de las partículas cargadas, observaron que algunos de los supuestos electrones producidos en el experimento se desviaban en sentido contrario. No se dieron cuenta de que se trataba de un nuevo tipo de partícula como el electrón pero con carga positiva que ya había sido propuesto en 1931, el positrón y que fue descubierto ese mismo año por Carl David Anderson.

Por fortuna, en su caso la expresión “a la tercera va la vencida” no pudo ser más cierta. Corría el año 1933 y el éxito estaba a punto de llamar a su puerta. Por aquel entonces, el matrimonio estaba centrado en el estudio de las desintegraciones del polonio. Sabían que era un emisor de partículas alfa y se preguntaban si, al igual que otros átomos radiactivos, también emitía radiación beta (electrones). Para comprobarlo, colocaron una lámina de aluminio que detuviese las partículas alfa antes de llegar al detector. Este último consistía en una cámara de niebla que, mediante un campo magnético creado por un electroimán, curvaría la trayectoria de las partículas beta, posibilitando su identificación. La primera experiencia dio resultados sorprendentes: no sólo detectaron electrones, sino que también aparecieron  protones y positrones. La presencia de protones podía explicarse sin dificultad a través de una reacción conocida, la transmutación del aluminio en silicio. La partícula alfa absorbida por el aluminio-27 produce silicio-30 más un protón. Lo que no sabían era qué hacían allí los positrones y para averiguarlo empezaron sustituyendo el material empleado como absorbente de partículas alfa. Observaron que al interponer una lámina de parafina, plata o litio, no detectaban positrones, mientras que en el caso del boro sí lo hacían. Por tanto, el origen de los positrones no se encontraba en el polonio, se hallaban ante un fenómeno que sólo en ciertos absorbentes.  La primera hipótesis fue pensar que la transmutación de aluminio en silicio, aparte del citado positrón, también podía dar como resultado la emisión de un neutrón y un positrón. En ambos casos se conservaba la carga eléctrica. Para verificar la segunda posibilidad, modificaron el dispositivo de manera que permitiese la detección simultánea del neutrón y el positrón.

La primera prueba pareció confirmar su planteamiento pero la segunda aportó nueva información. Se percataron que al disminuir la energía de las partículas alfa dejaban de detectarse neutrones, quedando únicamente los positrones. Estaban equivocados y, tras reflexionar plantearon la nueva hipótesis: quizás el absorbente se volvía radiactivo al interaccionar con las partículas alfa emitidas por la fuente. Para comprobar si estaban en lo cierto situaron un contador Geiger junto al material absorbente, tras retirar la fuente de polonio. El Geiger “cantaba”, el material se había vuelto radiactivo y la emisión de radiación decaía exponencialmente como en el caso de la radiactividad ordinaria. Anunciaron su hallazgo en dos artículos, uno escrito en francés, con Irène como primer firmante y presentado el 15 de enero de 1933, y otro en inglés, con Frédéric encabezando la lista de autores.

La radiactividad “artificial” había nacido y el matrimonio Joliot-Curie fue galardonado en 1935 con el premio Nobel de Química. La dotación económica del premio les permitió instalarse en Sceaux, donde recibían a sus amigos los domingos por la tarde. Irène, a diferencia de Marie, siempre antepuso sus obligaciones como madre a todo lo demás, creía que la maternidad era la experiencia más increíble que había vivido. En 1936, como consecuencia del premio, Irène fue nombrada subsecretaria de Estado para la Investigación Científica y, al año siguiente, accedió a una cátedra en la Sorbona. Frédéric, por su parte, fue elegido como catedrático en el Collège de France en 1937 y abandonó el laboratorio del Instituto del Radio para formar su propio laboratorio, en donde construyó el primer ciclotrón de Europa occidental.

Descubrir que la radiactividad artificial podía ser producida por el hombre supuso un avance fundamental en las aplicaciones médicas de las radiaciones ionizantes. Los Joliot-Curie, tal y como se desprende de su discurso de recepción del premio Nobel, ya aventuraron las posibilidades de su descubrimiento en el campo de la Medicina.

En 1935 fue nombrada directora de investigación de la Fundación Nacional de Ciencias tras postularse en vano en tres ocasiones por sus principios feministas (al contrario que su madre, que tras el primer rechazo en la membresía por ser mujer y polaca, desestimó la opción). Al año siguiente obtuvo el puesto de subsecretaria de Estado en investigación científica, siendo apartada de la Comisión Francesa de Energía Atómica en 1951 por sus simpatías con el Partido Comunista Francés.

Irène Joliot-Curie murió el 17 de marzo de 1956 en su residencia de París a consecuencia de una leucemia, resultante de una sobreexposición a la radiación en el curso de su trabajo (lo mismo que le ocurrió a su madre).​ Su marido, enfermo hepático, murió en agosto de 1958. 





jueves, 10 de junio de 2021

44. Hisako Koyama, la mujer que observaba el sol

 


Hemos visto ya la historia de muchas mujeres que consiguieron ir a la universidad con muchos esfuerzos y luchando con la oposición de padres, gobernantes y el mismo mundo académico. El caso de Hisako Koyama es todavía más meritorio: sin pasar de la escuela secundaria, a la que asistir ya era todo un logro, en el país y la época que le tocó vivir, logró pasar a la historia de la astronomía.

Nació en Tokyo en 1.916. En el Japón anterior a la Segunda Guerra Mundial, las mujeres tenían un papel muy secundario en la sociedad. No tenían derecho al voto y sólo se las animaba a tener hijos. Gracias al empeño de sus padres se graduó en la escuela secundaria para chicas pero no pudo ir más allá.

Se apasionó por la astronomía,se dedicó a leer y estudiar por su cuenta todo tipo de libros, e incluso fabricó un pequeño telescopio para poder desarrollar su pasión. Aquella pasión se vio aumentada en el año 1944, cuando Hisako pudo comenzar a realizar observaciones más “profesionales” gracias a un telescopio que le regaló su padre. Aquel telescopio tenía que haber sido para estudiar la Luna, pero debido a su baja potencia, acabó siendo el instrumento con en cual Hisako Koyama comenzó a estudiar el Sol.  Un mes más tarde ya tenía una pequeña pero exhaustiva descripción en forma de dibujo de lo que ella creía eran manchas solares. Las manchas solares son unas manchas oscuras que aparecen en la superficie del sol de forma temporal, donde la temperatura es menor que en la superficie de alrededor y la actividad magnética muy intensa. Hisako envió aquel boceto al presidente de la Sección Solar de la Oriental Astronomical Association (OAA), el profesor Issei Yamamoto, que quedó gratamente sorprendido. De hecho, no sólo confirmó que sí eran manchas solares, sino que animó a Hisako a continuar con su trabajo e incluso se convirtió en algo parecido a su supervisor.Contra todo pronóstico, recibió una respuesta de Yamamoto: «Gracias por su informe de observación. Sí, son manchas solares», escribió el profesor. Esa pequeña respuesta positiva fue todo lo que Koyama necesitó para zambullirse de cabeza en una vida de astronomía.

Guiada por Yamamoto, Koyama comenzó a hacer bocetos de manchas solares semirregulares utilizando una técnica llamada "visión directa atenuada". Este método implicaba proyectar imágenes de un telescopio montado en una hoja de papel, después de lo cual Koyama dibujaría características solares visibles y documentaría otra información relevante de observación.

En. 1.946 dejó de ser amateur, cuando comenzó su trabajo como observadora solar en el Museo de Ciencias de Tokyo (ahora Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia) bajo la supervisión de Sadao Murayama, astrónomo jefe y director del museo. Aquel trabajó duró hasta su retiro oficial en 1981. Durante todos aquellos años Hisako Koyama se dedicó a observar, describir y dibujar manchas solares, llegando a esbozar en el año 1947 la mancha solar más grande descrita en el siglo XX. Exhaustiva, mandaba informes mensuales de sus observaciones a instituciones astronómicas de todo el mundo, además de escribir artículos científicos sobre la metodología de observación y formas de contar manchas.

Para el año 1984 había localizado y categorizado más de 8 000 grupos de manchas solares e hizo más de 10 000 dibujos.  Recogió todo su trabajo en el libro “Observations of Sunspots 1947-1984”. La importancia de aquel trabajo recae en el hecho de que Koyama no solo recogió datos durante más de cuarenta años, además siguió la misma metodología y utilizó el mismo telescopio. Aquellos registros se han convertido para la comunidad científica en la base de trabajo para el estudio y normalización de manchas solares. De hecho existe un proyecto orientado a analizar los últimos 400 años de historia de observaciones de manchas solares, donde el trabajo de Hisako Koyama se estudia junto con otros grandes astrónomos como Pierre Gassendi, Johann Caspar Staudacher, Heinrich Schwabe, Rudolf Wolf o Galileo.

Además de una astrónoma de primer nivel, Hisako también se dedicó a otro aspecto de gran importancia en ciencia; la divulgación. Fue la cara visible del museo durante mucho tiempo, atendiendo visitas, organizando eventos en torno a eclipses, conjunciones planetarias y demás acontecimientos astronómicos y organizando seminarios y charlas. 

Tuvo cierto reconocimiento en su país, o al menos, en el ámbito científico de su país, ya que recibió el premio OOA Prize of Encouragement of Academic Research. Además, el asteroide 1951AB fue renombrado 3383 Koyama en su honor.

Hisako Koyama murió en 1997, a la edad de 81 años, y con una espectacular carrera científica a su espalda. Hoy por fin parece que se ha empezado a reconocer su trabajo. Un trabajo obtenido gracias a la pasión, la perseverancia y la constancia. El mayor trabajo de observación solar de la historia nacido de la vocación de una mujer. La vocación por observar.



sábado, 5 de junio de 2021

43, Ada Augusta Lovelace, no olvidada pero sí mal recordada

 


Cuando empecé este blog, lo hice para reparar el olvido de muchas mujeres que fueron pioneras en su tiempo, y no diré que desconocidas, pero sí casi borradas de la historia, ausentes de los libros de texto, etc. Por eso no están aquí personajes tan obvios como  Marie Curie y otros, afortunadamente. Con Ada Lovelace hago una excepción. No está olvidada, pero sí mal recordada, pues la recordamos mutilando algo tan íntimo y personal  como su nombre  (igual que ocurre con Marie Curie).

Lord Byron,
vestido con traje de albanés
Ada Augusta Byron nació el 15 de diciembre de 1.815, hija de la aristócrata Ana Isabella Noel Byron,  baronesa de Wentworth y baronesa de Byron, conocida como Lady Byron. Su padre, el famoso poeta George Gordon Byron, lord Byron, decepcionado porque quería un hijo varón, se separó de su esposa un mes después del nacimiento de Ada y dejó Inglaterra para siempre cuatro meses después. ​ Murió en la Guerra de independencia de Grecia cuando Ada tenía ocho años.

Su madre consiguió la custodia de la niña, algo poco usual en la época, pero comprensible dada la escandalosa vida de Byron según la moral de la época. El 16 de enero de 1816, por orden de lord Byron, lady Byron se fue a la casa de sus padres en Kirkby Mallory (Leicestershire) llevando a su hija de cinco semanas con ella. Aunque la ley inglesa en ese momento otorgaba la custodia total de los hijos al padre en casos de separación, lord Byron no intentó reclamar sus derechos parentales, porque sabía que sus continuos escándalos serían un impedimento, pero solicitó a su hermanastra que lo mantuviera informado sobre el bienestar de Ada. En abril de 1816 Lord Byron abandonó Inglaterra huyendo de sus acreedores y del escándalo que se cernía sobre él por los rumores de incesto. Meses más tarde, Annabella presentó una demanda de separación.  Durante los ocho años que lord Byron estuvo fuera de su país hasta su muerte escribía con frecuencia a su hermanastra Augusta y preguntaba por la niña. Desde niña Ada despertó el interés de una sociedad en la que se vivían continuos escándalos. Su madre puso mucho empeño en protegerla, pero solo lo consiguió hasta cierto punto.

Lady Byron quería darle una educación esmerada a su hija, muy parecida a la que ella misma había recibido, pero más exigente.​ Ada no se podía relacionar con otros niños sin la previa aprobación de su madre, por lo que la mayor parte de su infancia la pasó sola o con adultos. Su educación empezó cuando era muy pequeña; a los cuatro años ya tenía preceptores e institutrices. A los ocho años (en 1824) la jornada normal de Ada comenzaba con clase de música a las 10:00 de la mañana, a las 11:15 tocaba lectura de francés, a las 11:30 clase de aritmética, a las 13:30 hacía deberes, a las 15:15 música otra vez y a las 16:30 finalizaba con ejercicios de francés. Lady Byron le impuso una disciplina estricta basada en un sistema de recompensas y castigos, y también buscando el estímulo intelectual con lecturas y relaciones con intelectuales. Puso mucho empeño en que su hija aprendiera matemáticas, disciplina que ella misma practicaba. En este contexto, Ada conoce a la matemática y científica escocesa Mary Somerville, que durante un tiempo fue su tutora. Somerville, en tanto que mujer científica, se convierte en un importante estímulo y gran influencia en su vida.

A medida que Ada se iba haciendo mayor, su madre pasaba temporadas fuera de casa, en balnearios o en el campo.

Ada tuvo mala salud, sufrió muchas de las infecciones infantiles y le dolía la cabeza frecuentemente. A los siete años contrajo una enfermedad grave, que la mantuvo postrada durante meses. A los catorce mantuvo reposo durante más de un año debido a un sarampión, lo cual hizo que dedicara largas horas al estudio y a la lectura.

Cuando Ada tenía 8 años se conoció la muerte de su padre en Grecia, en abril de 1824. Lady Byron se interesó por estrechar lazos con su familia política. El nuevo y sexto lord Byron mantuvo una buena relación con Annabella; este tenía un hijo pequeño un año menor que Ada. Annabella indujo a Ada a escribir una carta a su primo con la esperanza de unir de nuevo a la familia.

En junio de 1826, Ada, que entonces tenía diez años, viajó por primera vez fuera de Inglaterra. Partió con todo un grupo (en el que se incluía su madre) y el viaje duró 15 meses, durante los cuales Ada disfrutó de todo lo nuevo que veían sus ojos, de todo lo que escuchaba, descubría, etc. En el otoño de 1827 acabó su viaje y se instalaron directamente en Bifrons, una mansión de campo muy alejada de la ciudad. En ese palacio no ocurría nada del interés de Ada; además su madre estaba frecuentemente fuera de casa, así que la niña se dedicaba a estudiar y a dejar volar su imaginación. Ese mismo año Ada empezó su formación en matemáticas. A los once años estaba obsesionada con la idea de volar; estaba decidida a inventar una máquina que le permitiera moverse por el aire. Su primer paso, en febrero de 1828, fue construir alas. Investigó diferentes materiales y tamaños. Consideró varios materiales para las alas: papel, seda de aceite, alambres y plumas. Pasó años estudiando la anatomía de las aves para determinar la proporción correcta entre las alas y el cuerpo, y creando bocetos de su soñado proyecto. Decidió escribir un libro, Flyology, ilustrando, con placas, algunos de sus hallazgos. Decidió qué equipo necesitaría; por ejemplo, una brújula, para "atravesar el país por el camino más directo", para que pueda superar montañas, ríos y valles.

A principios de 1829 contrajo una enfermedad grave, posiblemente sarampión, que le causó parálisis en las piernas y la obligó a guardar cama hasta mediados de 1832. Ese periodo la marcó profundamente, pero siguió estudiando. El año de su recuperación se mudó con su madre a Fordhook Manor, una mansión situada en Ealing, una aldea a 12 km del centro de Londres, muy popular entre la aristocracia londinense. Durante este tiempo Ada vivió su primer romance; se enamoró de un joven, hijo de John Hamble, que la ayudaba con los estudios dos horas al día. Vivieron su historia de amor en secreto durante algún tiempo, pero cuando lady Byron se enteró prohibió al joven entrar en su casa y relacionarse con su hija.

El año que cumplía dieciocho años, Ada empezó a asistir a las fiestas de la alta sociedad londinense. En uno de sus primeros eventos conoció a Charles Babbage, la única persona que compartiría su fascinación por las cuestiones de mecánica. Babbage tenía cuarenta y cuatro años en ese momento y era conocido, entre otras cosas, por el proyecto que tenía entre manos: una calculadora mecánica que funcionaba sin la ayuda de un humano, llamada la máquina diferencial.

En esos tiempos en Inglaterra se hizo famoso un avanzado artilugio, el telar de seda de Joseph Marie Jacquard, con el que ella estaba totalmente fascinada. Le maravillaba la posibilidad de idear y construir máquinas, como la de Jacquard, que permitieran al ser humano controlar procesos que anteriormente eran incontrolables o lo eran de una forma errática.

Ada y Babbage se hicieron amigos. Su relación la estimuló intelectualmente; le ayudó a avanzar en sus especulaciones sobre el cálculo hasta concebir una brillante idea: construir un telar de Jacquard aplicado a los números, o en otras palabras: una computadora.

En 1834 Ada se relacionaba mucho con William King, al que lady Byron había encargado guiar a su hija moralmente; también se encargó de enseñarle matemáticas. Fue durante esas clases cuando Ada se dio cuenta de que su pasión eran las matemáticas. Ya había encontrado la disciplina a la que aplicar su extraordinaria inteligencia. El verano de ese año Ada y su madre recorrieron el norte de Inglaterra, la zona industrial más importante, visitando muchas fábricas, donde pudieron ver el telar de Jacquard en funcionamiento. Durante esa época, madre e hija se relacionaban mucho con Mary Somerville, la matemática más famosa de su país. Otros conocidos incluyeron a los científicos Andrew Crosse, Sir David Brewster , Charles Wheatstone, Michael Faraday y el autor Charles Dickens.

Ada ya era una habitual de la Corte victoriana y empezaba a asistir a diversos eventos en los que con frecuencia participaba en los bailes y encandilaba a muchos de sus asistentes, los cuales la describían como un ser encantador. Sin embargo, John Hobhouse, que había sido amigo de su padre, fue una excepción y la describió como «una joven estirada y demacrada pero con algún rasgo de su amigo, especialmente su boca». La descripción fue hecha después de su encuentro el 24 de febrero de 1834, en el que Ada dejó claro a Hobhouse que él no le gustaba, pero esta primera impresión no duró mucho tiempo y posteriormente se hicieron amigos.

En la primavera de 1835 Ada conoció a William, lord King. El aristócrata era de una familia muy influyente desde el punto de vista político, social, intelectual y religioso. Poseía varias propiedades importantes y el título de lord tenía más de un siglo de antigüedad, así que lady Byron aprobó su relación. El 8 de julio de 1835 se casaron, convirtiéndose ella en lady King. Su residencia pasó a ser una gran propiedad en Ockham Park (Ockham, Surrey), junto con otra en el Fiordo de Torridon y una más en Londres. Pasó su luna de miel en la Mansión Worthy, situada en Asley Combe (Somerset), la cual había sido construida en 1799 como un refugio de caza y que el propio King amplió con motivo de su luna de miel. Posteriormente la casa se convertiría en su retiro de verano tras volver a ser ampliada.

El matrimonio tuvo tres hijos: Byron, el heredero, nacido el 12 de mayo de 1836; Anne Isabella (llamada Annabella, posteriormente lady Anne Blunt), nacida el 22 de septiembre de 1837; y Ralph Gordon, nacido el 2 de julio de 1839.

Inmediatamente después del nacimiento de Annabella, lady King experimentó «una dolorosa y prolongada enfermedad que tardó meses en curarse». Entre 1843 y 1844 su madre le encargó a William Benjamin Carpenter la tarea de educar a los hijos de Ada y de actuar como un «instructor moral»" para su propia hija.

En 1837, William King pasó de barón a vizconde de Ockham y tomó otro título, el de conde de Lovelace. A partir de ese momento, Ada siempre firmaría como Ada Lovelace. En aquella época, las instituciones científicas no permitían que las mujeres firmaran los artículos que les publicaban, de forma que una de las más importantes de Ada está firmada sólo con sus iniciales A. A. L.

En sus primeros años de matrimonio Ada fue muy feliz, pero la falta de ambición de su marido acabó cansándola, por lo que se refugió de nuevo en las matemáticas. Decidió que necesitaba buscar un buen mentor que la guiara en su trabajo intelectual y en el verano de 1840 su madre le encontró uno: el famoso matemático y lógico Augustus de Morgan. Con su ayuda, Ada progresó rápidamente, pero De Morgan tuvo un problema como profesor. Informó a lady Byron de que su hija no se contentaba con aprender las lecciones como cualquier dama; sus preguntas iban mucho más allá de lo que trataban en las clases y él no quería fomentar esa actitud. De Morgan creía (como casi toda la sociedad en esos tiempos) que las mujeres no estaban hechas para estudiar los fundamentos de las matemáticas ni de otras ciencias. Las preguntas de Ada, según él, eran impropias de una mujer. En definitiva, le inquietaba que su alumna pensase como un hombre. Pero lady Byron y lord Lovelace hicieron caso omiso de la advertencia del profesor y ella continuó con sus estudios. Durante este tiempo en el que se vio obligada a compaginar su faceta de esposa y madre, el intercambio epistolar con su antigua tutora y amiga, Mary Somerville, representan un gran desahogo para Ada. En esta correspondencia Lovelace hace partícipe a su amiga de su frustración después de la maternidad y de las dificultades para continuar con sus estudios.

A pesar de lo que cambió su vida después de casarse, Ada y Babbage mantuvieron su amistad; él los visitaba a ella y a su marido con frecuencia. En el otoño de 1840, Babbage volvió de su estancia en Italia preocupado por su proyecto; cada vez le parecía más difícil llegar a construir el prototipo totalmente operativo de la máquina analítica (o diferencial). No tenía suficientes recursos para financiarla, pero era optimista porque un reconocido científico italiano iba a escribir un artículo sobre su proyecto. En 1841, Ada escribe a Babbage una carta dejando claro que está interesada en colaborar con él. A Babbage le pareció bien la idea, así ella empezó traduciendo el artículo del científico italiano, Luigi Federico Menabrea. Con la traducción del texto ella tenía dos objetivos: dar a conocer el valioso trabajo de su amigo y cumplir su sueño de alcanzar una vida intelectual que la elevase por encima de las exigencias de la maternidad y el matrimonio. Finalmente llamó a su trabajo Notas, que consistía en su propio estudio sobre la máquina analítica, y como anexo, la traducción del artículo del italiano. Babbage la asesoró, pero Ada fue enteramente la autora de ese trabajo.

Ada dedica gran parte de su estudio a describir con un lenguaje muy técnico cómo funcionaría la máquina analítica, pero también ofrece una serie de observaciones que dejan clara su aportación teórica. Ella distinguía con claridad entre datos y procesamiento; este pensamiento era revolucionario en su tiempo. Ada aspiraba a crear la informática, que ella llamaba la ciencia de las operaciones. Se dio cuenta de las aplicaciones prácticas de la máquina analítica y llegó incluso a vislumbrar la posibilidad de digitalizar la música. Escribió en las Notas:

"Supongamos, por ejemplo, que las relaciones fundamentales entre los sonidos, en el arte de la armonía, fueran susceptibles de tales expresiones y adaptaciones: la máquina podría componer piezas musicales todo lo largas y complejas que se quisiera"

Ada tenía una idea clara: la máquina analítica y el telar de Jacquard vienen a hacer lo mismo. Una frase clave donde se expresa esto es:

"Puede decirse que la primera teje dibujos algebraicos, del mismo modo que el telar de Jacquard teje dibujos de flores y hojas".

Ada expresa con claridad las tres funciones que podía cumplir el invento de Babbage: procesar fórmulas matemáticas expresadas con símbolos, hacer cálculos numéricos (su objetivo primordial) y dar resultados algebraicos en notación literal.

Babbage y Ada concebían la máquina analítica de manera muy distinta. Al primero no le interesaban demasiado sus consecuencias prácticas. A Ada, por el contrario, le obsesionaban las aplicaciones del invento. Ella fue la primera en intuir lo que el invento de Babbage significaba para el progreso tecnológico. Entendió que la tecnología utilizada en el telar de Jacquard y en la máquina analítica podía aplicarse a todo proceso que implicara tratar datos: de este modo abría camino a una nueva ciencia, la de la computación de la información.

Sugirió el uso de tarjetas perforadas como método de entrada de información e instrucciones a la máquina analítica. Además introdujo una notación para escribir programas, principalmente basada en el dominio que Ada tenía sobre el texto de Luigi Menabrea de 1842 (que comentó personalmente completándolo con anotaciones que son más extensas que el texto mismo) sobre el funcionamiento del telar de Jacquard así como de la máquina analítica de Babbage. Es reseñable además su mención sobre la existencia de ceros o estado neutro en las tarjetas perforadas siendo que las tarjetas representaban para la máquina de Babbage números decimales y no binarios (8 perforaciones equivaldrían entonces a 8 unidades).

También introdujo la posibilidad de que la máquina analítica no fuera solo capaz de realizar cálculos matemáticos, sino también de, entre muchas otras cosas, "producir arte" y componer música, literatura... de hecho, afirmaba que el invento sería capaz de realizar cualquier cosa que se le pidiera, siempre y cuando supiéramos cómo ordenárselo.

En el verano de 1852, la salud de Ada empeoró mucho, llevaba años padeciendo agotamiento nervioso y debilidad general, pero no fue hasta ese año que aparecieron los primeros síntomas del cáncer de útero. La enfermedad duró varios meses, durante los cuales su madre tomó el control respecto a sus citas médicas y personales. Por influencia de su madre, decidió dejar de ser materialista y adoptó ideas religiosas que la llevaron a arrepentirse de su vida anterior.

Finalmente, falleció a los treinta y seis (la misma edad a la que murió el padre que nunca conoció) años el 27 de noviembre de 1852, acompañada de su madre y de su marido.

Su nombre da nombre también a un lenguaje de programación diseñado por y para el Departamento de Defensa de los EE. UU. Hoy en día se considera a esta científica como la primera persona programadora en la historia de la informática, una auténtica pionera del concepto de inteligencia artificial.