sábado, 5 de junio de 2021

43, Ada Augusta Lovelace, no olvidada pero sí mal recordada

 


Cuando empecé este blog, lo hice para reparar el olvido de muchas mujeres que fueron pioneras en su tiempo, y no diré que desconocidas, pero sí casi borradas de la historia, ausentes de los libros de texto, etc. Por eso no están aquí personajes tan obvios como  Marie Curie y otros, afortunadamente. Con Ada Lovelace hago una excepción. No está olvidada, pero sí mal recordada, pues la recordamos mutilando algo tan íntimo y personal  como su nombre  (igual que ocurre con Marie Curie).

Lord Byron,
vestido con traje de albanés
Ada Augusta Byron nació el 15 de diciembre de 1.815, hija de la aristócrata Ana Isabella Noel Byron,  baronesa de Wentworth y baronesa de Byron, conocida como Lady Byron. Su padre, el famoso poeta George Gordon Byron, lord Byron, decepcionado porque quería un hijo varón, se separó de su esposa un mes después del nacimiento de Ada y dejó Inglaterra para siempre cuatro meses después. ​ Murió en la Guerra de independencia de Grecia cuando Ada tenía ocho años.

Su madre consiguió la custodia de la niña, algo poco usual en la época, pero comprensible dada la escandalosa vida de Byron según la moral de la época. El 16 de enero de 1816, por orden de lord Byron, lady Byron se fue a la casa de sus padres en Kirkby Mallory (Leicestershire) llevando a su hija de cinco semanas con ella. Aunque la ley inglesa en ese momento otorgaba la custodia total de los hijos al padre en casos de separación, lord Byron no intentó reclamar sus derechos parentales, porque sabía que sus continuos escándalos serían un impedimento, pero solicitó a su hermanastra que lo mantuviera informado sobre el bienestar de Ada. En abril de 1816 Lord Byron abandonó Inglaterra huyendo de sus acreedores y del escándalo que se cernía sobre él por los rumores de incesto. Meses más tarde, Annabella presentó una demanda de separación.  Durante los ocho años que lord Byron estuvo fuera de su país hasta su muerte escribía con frecuencia a su hermanastra Augusta y preguntaba por la niña. Desde niña Ada despertó el interés de una sociedad en la que se vivían continuos escándalos. Su madre puso mucho empeño en protegerla, pero solo lo consiguió hasta cierto punto.

Lady Byron quería darle una educación esmerada a su hija, muy parecida a la que ella misma había recibido, pero más exigente.​ Ada no se podía relacionar con otros niños sin la previa aprobación de su madre, por lo que la mayor parte de su infancia la pasó sola o con adultos. Su educación empezó cuando era muy pequeña; a los cuatro años ya tenía preceptores e institutrices. A los ocho años (en 1824) la jornada normal de Ada comenzaba con clase de música a las 10:00 de la mañana, a las 11:15 tocaba lectura de francés, a las 11:30 clase de aritmética, a las 13:30 hacía deberes, a las 15:15 música otra vez y a las 16:30 finalizaba con ejercicios de francés. Lady Byron le impuso una disciplina estricta basada en un sistema de recompensas y castigos, y también buscando el estímulo intelectual con lecturas y relaciones con intelectuales. Puso mucho empeño en que su hija aprendiera matemáticas, disciplina que ella misma practicaba. En este contexto, Ada conoce a la matemática y científica escocesa Mary Somerville, que durante un tiempo fue su tutora. Somerville, en tanto que mujer científica, se convierte en un importante estímulo y gran influencia en su vida.

A medida que Ada se iba haciendo mayor, su madre pasaba temporadas fuera de casa, en balnearios o en el campo.

Ada tuvo mala salud, sufrió muchas de las infecciones infantiles y le dolía la cabeza frecuentemente. A los siete años contrajo una enfermedad grave, que la mantuvo postrada durante meses. A los catorce mantuvo reposo durante más de un año debido a un sarampión, lo cual hizo que dedicara largas horas al estudio y a la lectura.

Cuando Ada tenía 8 años se conoció la muerte de su padre en Grecia, en abril de 1824. Lady Byron se interesó por estrechar lazos con su familia política. El nuevo y sexto lord Byron mantuvo una buena relación con Annabella; este tenía un hijo pequeño un año menor que Ada. Annabella indujo a Ada a escribir una carta a su primo con la esperanza de unir de nuevo a la familia.

En junio de 1826, Ada, que entonces tenía diez años, viajó por primera vez fuera de Inglaterra. Partió con todo un grupo (en el que se incluía su madre) y el viaje duró 15 meses, durante los cuales Ada disfrutó de todo lo nuevo que veían sus ojos, de todo lo que escuchaba, descubría, etc. En el otoño de 1827 acabó su viaje y se instalaron directamente en Bifrons, una mansión de campo muy alejada de la ciudad. En ese palacio no ocurría nada del interés de Ada; además su madre estaba frecuentemente fuera de casa, así que la niña se dedicaba a estudiar y a dejar volar su imaginación. Ese mismo año Ada empezó su formación en matemáticas. A los once años estaba obsesionada con la idea de volar; estaba decidida a inventar una máquina que le permitiera moverse por el aire. Su primer paso, en febrero de 1828, fue construir alas. Investigó diferentes materiales y tamaños. Consideró varios materiales para las alas: papel, seda de aceite, alambres y plumas. Pasó años estudiando la anatomía de las aves para determinar la proporción correcta entre las alas y el cuerpo, y creando bocetos de su soñado proyecto. Decidió escribir un libro, Flyology, ilustrando, con placas, algunos de sus hallazgos. Decidió qué equipo necesitaría; por ejemplo, una brújula, para "atravesar el país por el camino más directo", para que pueda superar montañas, ríos y valles.

A principios de 1829 contrajo una enfermedad grave, posiblemente sarampión, que le causó parálisis en las piernas y la obligó a guardar cama hasta mediados de 1832. Ese periodo la marcó profundamente, pero siguió estudiando. El año de su recuperación se mudó con su madre a Fordhook Manor, una mansión situada en Ealing, una aldea a 12 km del centro de Londres, muy popular entre la aristocracia londinense. Durante este tiempo Ada vivió su primer romance; se enamoró de un joven, hijo de John Hamble, que la ayudaba con los estudios dos horas al día. Vivieron su historia de amor en secreto durante algún tiempo, pero cuando lady Byron se enteró prohibió al joven entrar en su casa y relacionarse con su hija.

El año que cumplía dieciocho años, Ada empezó a asistir a las fiestas de la alta sociedad londinense. En uno de sus primeros eventos conoció a Charles Babbage, la única persona que compartiría su fascinación por las cuestiones de mecánica. Babbage tenía cuarenta y cuatro años en ese momento y era conocido, entre otras cosas, por el proyecto que tenía entre manos: una calculadora mecánica que funcionaba sin la ayuda de un humano, llamada la máquina diferencial.

En esos tiempos en Inglaterra se hizo famoso un avanzado artilugio, el telar de seda de Joseph Marie Jacquard, con el que ella estaba totalmente fascinada. Le maravillaba la posibilidad de idear y construir máquinas, como la de Jacquard, que permitieran al ser humano controlar procesos que anteriormente eran incontrolables o lo eran de una forma errática.

Ada y Babbage se hicieron amigos. Su relación la estimuló intelectualmente; le ayudó a avanzar en sus especulaciones sobre el cálculo hasta concebir una brillante idea: construir un telar de Jacquard aplicado a los números, o en otras palabras: una computadora.

En 1834 Ada se relacionaba mucho con William King, al que lady Byron había encargado guiar a su hija moralmente; también se encargó de enseñarle matemáticas. Fue durante esas clases cuando Ada se dio cuenta de que su pasión eran las matemáticas. Ya había encontrado la disciplina a la que aplicar su extraordinaria inteligencia. El verano de ese año Ada y su madre recorrieron el norte de Inglaterra, la zona industrial más importante, visitando muchas fábricas, donde pudieron ver el telar de Jacquard en funcionamiento. Durante esa época, madre e hija se relacionaban mucho con Mary Somerville, la matemática más famosa de su país. Otros conocidos incluyeron a los científicos Andrew Crosse, Sir David Brewster , Charles Wheatstone, Michael Faraday y el autor Charles Dickens.

Ada ya era una habitual de la Corte victoriana y empezaba a asistir a diversos eventos en los que con frecuencia participaba en los bailes y encandilaba a muchos de sus asistentes, los cuales la describían como un ser encantador. Sin embargo, John Hobhouse, que había sido amigo de su padre, fue una excepción y la describió como «una joven estirada y demacrada pero con algún rasgo de su amigo, especialmente su boca». La descripción fue hecha después de su encuentro el 24 de febrero de 1834, en el que Ada dejó claro a Hobhouse que él no le gustaba, pero esta primera impresión no duró mucho tiempo y posteriormente se hicieron amigos.

En la primavera de 1835 Ada conoció a William, lord King. El aristócrata era de una familia muy influyente desde el punto de vista político, social, intelectual y religioso. Poseía varias propiedades importantes y el título de lord tenía más de un siglo de antigüedad, así que lady Byron aprobó su relación. El 8 de julio de 1835 se casaron, convirtiéndose ella en lady King. Su residencia pasó a ser una gran propiedad en Ockham Park (Ockham, Surrey), junto con otra en el Fiordo de Torridon y una más en Londres. Pasó su luna de miel en la Mansión Worthy, situada en Asley Combe (Somerset), la cual había sido construida en 1799 como un refugio de caza y que el propio King amplió con motivo de su luna de miel. Posteriormente la casa se convertiría en su retiro de verano tras volver a ser ampliada.

El matrimonio tuvo tres hijos: Byron, el heredero, nacido el 12 de mayo de 1836; Anne Isabella (llamada Annabella, posteriormente lady Anne Blunt), nacida el 22 de septiembre de 1837; y Ralph Gordon, nacido el 2 de julio de 1839.

Inmediatamente después del nacimiento de Annabella, lady King experimentó «una dolorosa y prolongada enfermedad que tardó meses en curarse». Entre 1843 y 1844 su madre le encargó a William Benjamin Carpenter la tarea de educar a los hijos de Ada y de actuar como un «instructor moral»" para su propia hija.

En 1837, William King pasó de barón a vizconde de Ockham y tomó otro título, el de conde de Lovelace. A partir de ese momento, Ada siempre firmaría como Ada Lovelace. En aquella época, las instituciones científicas no permitían que las mujeres firmaran los artículos que les publicaban, de forma que una de las más importantes de Ada está firmada sólo con sus iniciales A. A. L.

En sus primeros años de matrimonio Ada fue muy feliz, pero la falta de ambición de su marido acabó cansándola, por lo que se refugió de nuevo en las matemáticas. Decidió que necesitaba buscar un buen mentor que la guiara en su trabajo intelectual y en el verano de 1840 su madre le encontró uno: el famoso matemático y lógico Augustus de Morgan. Con su ayuda, Ada progresó rápidamente, pero De Morgan tuvo un problema como profesor. Informó a lady Byron de que su hija no se contentaba con aprender las lecciones como cualquier dama; sus preguntas iban mucho más allá de lo que trataban en las clases y él no quería fomentar esa actitud. De Morgan creía (como casi toda la sociedad en esos tiempos) que las mujeres no estaban hechas para estudiar los fundamentos de las matemáticas ni de otras ciencias. Las preguntas de Ada, según él, eran impropias de una mujer. En definitiva, le inquietaba que su alumna pensase como un hombre. Pero lady Byron y lord Lovelace hicieron caso omiso de la advertencia del profesor y ella continuó con sus estudios. Durante este tiempo en el que se vio obligada a compaginar su faceta de esposa y madre, el intercambio epistolar con su antigua tutora y amiga, Mary Somerville, representan un gran desahogo para Ada. En esta correspondencia Lovelace hace partícipe a su amiga de su frustración después de la maternidad y de las dificultades para continuar con sus estudios.

A pesar de lo que cambió su vida después de casarse, Ada y Babbage mantuvieron su amistad; él los visitaba a ella y a su marido con frecuencia. En el otoño de 1840, Babbage volvió de su estancia en Italia preocupado por su proyecto; cada vez le parecía más difícil llegar a construir el prototipo totalmente operativo de la máquina analítica (o diferencial). No tenía suficientes recursos para financiarla, pero era optimista porque un reconocido científico italiano iba a escribir un artículo sobre su proyecto. En 1841, Ada escribe a Babbage una carta dejando claro que está interesada en colaborar con él. A Babbage le pareció bien la idea, así ella empezó traduciendo el artículo del científico italiano, Luigi Federico Menabrea. Con la traducción del texto ella tenía dos objetivos: dar a conocer el valioso trabajo de su amigo y cumplir su sueño de alcanzar una vida intelectual que la elevase por encima de las exigencias de la maternidad y el matrimonio. Finalmente llamó a su trabajo Notas, que consistía en su propio estudio sobre la máquina analítica, y como anexo, la traducción del artículo del italiano. Babbage la asesoró, pero Ada fue enteramente la autora de ese trabajo.

Ada dedica gran parte de su estudio a describir con un lenguaje muy técnico cómo funcionaría la máquina analítica, pero también ofrece una serie de observaciones que dejan clara su aportación teórica. Ella distinguía con claridad entre datos y procesamiento; este pensamiento era revolucionario en su tiempo. Ada aspiraba a crear la informática, que ella llamaba la ciencia de las operaciones. Se dio cuenta de las aplicaciones prácticas de la máquina analítica y llegó incluso a vislumbrar la posibilidad de digitalizar la música. Escribió en las Notas:

"Supongamos, por ejemplo, que las relaciones fundamentales entre los sonidos, en el arte de la armonía, fueran susceptibles de tales expresiones y adaptaciones: la máquina podría componer piezas musicales todo lo largas y complejas que se quisiera"

Ada tenía una idea clara: la máquina analítica y el telar de Jacquard vienen a hacer lo mismo. Una frase clave donde se expresa esto es:

"Puede decirse que la primera teje dibujos algebraicos, del mismo modo que el telar de Jacquard teje dibujos de flores y hojas".

Ada expresa con claridad las tres funciones que podía cumplir el invento de Babbage: procesar fórmulas matemáticas expresadas con símbolos, hacer cálculos numéricos (su objetivo primordial) y dar resultados algebraicos en notación literal.

Babbage y Ada concebían la máquina analítica de manera muy distinta. Al primero no le interesaban demasiado sus consecuencias prácticas. A Ada, por el contrario, le obsesionaban las aplicaciones del invento. Ella fue la primera en intuir lo que el invento de Babbage significaba para el progreso tecnológico. Entendió que la tecnología utilizada en el telar de Jacquard y en la máquina analítica podía aplicarse a todo proceso que implicara tratar datos: de este modo abría camino a una nueva ciencia, la de la computación de la información.

Sugirió el uso de tarjetas perforadas como método de entrada de información e instrucciones a la máquina analítica. Además introdujo una notación para escribir programas, principalmente basada en el dominio que Ada tenía sobre el texto de Luigi Menabrea de 1842 (que comentó personalmente completándolo con anotaciones que son más extensas que el texto mismo) sobre el funcionamiento del telar de Jacquard así como de la máquina analítica de Babbage. Es reseñable además su mención sobre la existencia de ceros o estado neutro en las tarjetas perforadas siendo que las tarjetas representaban para la máquina de Babbage números decimales y no binarios (8 perforaciones equivaldrían entonces a 8 unidades).

También introdujo la posibilidad de que la máquina analítica no fuera solo capaz de realizar cálculos matemáticos, sino también de, entre muchas otras cosas, "producir arte" y componer música, literatura... de hecho, afirmaba que el invento sería capaz de realizar cualquier cosa que se le pidiera, siempre y cuando supiéramos cómo ordenárselo.

En el verano de 1852, la salud de Ada empeoró mucho, llevaba años padeciendo agotamiento nervioso y debilidad general, pero no fue hasta ese año que aparecieron los primeros síntomas del cáncer de útero. La enfermedad duró varios meses, durante los cuales su madre tomó el control respecto a sus citas médicas y personales. Por influencia de su madre, decidió dejar de ser materialista y adoptó ideas religiosas que la llevaron a arrepentirse de su vida anterior.

Finalmente, falleció a los treinta y seis (la misma edad a la que murió el padre que nunca conoció) años el 27 de noviembre de 1852, acompañada de su madre y de su marido.

Su nombre da nombre también a un lenguaje de programación diseñado por y para el Departamento de Defensa de los EE. UU. Hoy en día se considera a esta científica como la primera persona programadora en la historia de la informática, una auténtica pionera del concepto de inteligencia artificial.


No hay comentarios:

Publicar un comentario