Con motivo del bicentenario del Museo del Prado, dicha institución ha organizado un buen número de actos, entre los que se encuentra un merecido homenaje a estas pintoras renacentistas italianas, que incluye una exposición conjunta bajo el título: Historia de dos pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana, la edición del catálogo correspondiente, media docena de conferencias, un curso.....
Lo que El Prado ha unido, que no lo separe el hombre. Por eso y porque tienen muchas cosas en común, las agrupo en una misma entrada: nacidas ambas en el siglo XVI, famosas y reconocidas en vida, agraciadas con padres que las apoyaron y las animaron a cultivar su talento. Pero, puesto que forzosamente por alguna hay que empezar, comienzo por Sofonisba Anguissola, aunque sea solo por su vinculación con España, donde residió en la corte de Felipe II, a quien pintó en su retrato más conocido y reproducido, también a su tercera esposa, Isabel de Valois, a las infantas y a otros importantes personajes.
Autorretrato de Sofonisba pintando. 1,556. Museo Lancut, Polonia |
Lucía, Minerva y Europa Anguissola jugando al ajedrez. Pintura de Sofonisba Anguissola, de 1.555 M, Nacional de Poznan |
Sofonisba Anguissola nació en Cremona, hacia 1.535. Fue la mayor de siete hermanos, pero no la única pintora de la familia. Su padre, Amilcare Anguissola animó a sus hijas Sofonisba, Elena, Lucia, Europa, Minerva y Ana María a perfeccionar sus talentos. Como resultado de ello, nada menos que cuatro de sus hermanas cultivaron la pintura, aunque la mayor fue la más famosa y la mejor dotada. Elena, la segunda hermana y de la que Sofonisba hizo un retrato, dejo la pintura al ingresar a un convento; Ana María y Europa dejaron la pintura al casarse, y Lucía, la mejor pintora de las hermanas de Sofonisba, murió joven. Asdrubale, el único hijo varón, estudió música y latín, pero no pintaba.
Autorretrato con su maestro B. Campi |
A la edad de 14 años su padre la envió, junto con su hermana Elena, a estudiar con Bernardino Campi, pintor también nacido en Cremona, un respetado autor de retratos y escenas religiosas de la escuela de Lombardía. Cuando Campi se mudó a otra ciudad, Sofonisba continuó sus estudios con el pintor Bernardino Gatti.
En 1554, Sofonisba viaja a Roma, donde conoce a Miguel Ángel por mediación de otros pintores que conocían bien su obra. Este encuentro con el artista fue un gran honor para la pintora y se benefició de ser "informalmente" instruida por el gran maestro. Cuando él le pidió que pintara un niño llorando, Sofonisba dibujó un Niño mordido por un cangrejo (en el niño retrató a su hermano pequeño), y cuando Miguel Ángel lo vio, reconoció de inmediato el talento de ella. A partir de ese momento, el genio le daba bosquejos de su cuaderno de notas para que ella los pintara con su estilo personal y le ofreció consejo sobre los resultados. Durante al menos dos años, Sofonisba continuó este estudio "informal", recibiendo una sólida orientación del mismo Miguel Ángel, aunque fuera de manra informal.
Vasari escribió sobre ella: «Anguissola ha mostrado su mayor aplicación y mejor gracia que cualquier otra mujer de nuestro tiempo en sus empeños por dibujar; por eso ha triunfado no sólo dibujando, coloreando y pintando de la naturaleza, y copiando excelentemente de otros, sino por ella misma que ha creado excelentes y muy bellas pinturas».
Hacia 1.558 tuvo un encuentro que iba a marcar el futuro rumbo de su vida. En Milán pintó al duque de Alba, Cuando éste llevó a cabo las negociaciones para la boda de Felipe II con su tercera esposa, Isabel de Valois, Alba pensó en ella para ser una de las damas en la corte, porque la futura reina era aficionada al dibujo. Sofonisba pasó 13 años en España, primero como dama de lareina,
A los 25 años llegó Sofonisba a España. Permaneció 13 años, primero como dama de la reina. A la muerte de ésta, como tutora de las infantas, especialmente Isabel Clara Eugenia. En este periodo trabajó tan estrechamente con Sánchez Coello, pintor de cámara de Felipe II, que el famosoretrato del rey, por el que todos lo conocemos, atribuido desde casi siempre a Sanchez Coello, hoy se sabe que es obra de Sofonisba. En los años siguientes retrató a casi todos los personajes de la corte, como la hermana y el hijo del rey, y su tercera y cuarta esposas.
En 1,570 continuaba soltera. Como se solía hacer con las damas de la reina, se habla de buscarle un marido. Ella pidió que fuera italiano. Y se concierta la boda con Fabrizio Moncada, hijo del príncipe de Paterno, virrey de Sicilia, noble siciliano de ascendencia aragonesa. La boda se celebra con gran boato. Recibió una dote del rey. En 1,573 se marcha a Sicilia hasta 1,579, ya para entonces viuda.
Viajando hacia Cremona, Sofonisba conoció al noble genovés Orazio Lomellino, considerablemente más joven que ella, el capitán del barco en el que viajaba. Se casaron en 1579 en Pisa. Se establecieron en Génova, en una gran casa en donde pudo tener su propio estudio y tiempo para pintar y dibujar. La generosa pensión que le otorgó Felipe II, además de la fortuna personal de Orazio permitió a Sofonisba pintar y vivir libre y cómodamente. Bastante famosa entonces, recibió la visita de muchos de sus colegas. Varios de éstos eran más jóvenes que ella y aprendían e imitaban el estilo distintivo de Anguissola. Desde 1581 hasta 1615 reside en Génova, donde mantiene una posición de prestigio tanto por su cultura y su talento artístico como por sus privilegiados contactos con la corte española. Sus últimos diez años los pasa en Palermo, en sus posesiones sicilianas. En 1623, la visitó el pintor flamenco Anton van Dyck, quien hizo alusiones a sus visitas a Sofonisba en su hoy famoso cuaderno de bocetos del Museo Británico de Londres. Van Dyck dijo: «Aunque su vista está debilitada, se mantiene aún muy alerta mentalmente». En contra de lo que algunos biógrafos reclaman, ella nunca se llegó a quedar ciega; quizá tuvo cataratas. Murió en Palermo en 1625. Fue internacionalmente aclamada y respetada a lo largo de su vida.
Siete años después, en lo que sería la celebración del centenario de su nacimiento, su viudo colocó una inscripción en su tumba en la que se leía, en parte: «A Sofonisba, mi mujer [...] quien es recordada entre las mujeres ilustres del mundo, destacando en retratar las imágenes del hombre [...] Orazio Lomellino, apenado por la pérdida de su gran amor, en 1632, dedicó este pequeño tributo a tan gran mujer».
Lavinia Fontana, nació en 1552 en Bolonia (Italia). Fue hija del pintor Prospero Fontana, pintor de la escuela de Bolonia, que le enseñó el oficio. El estilo de Fontana fue, efectivamente, muy cercano al manierismo tardío que practicaba su padre. Ya desde muy joven se hizo un nombre como pintora de pequeñas obras de gabinete, principalmente retratos.
La mayoría de las mujeres que en esta época se dedicaron a la pintura, aprendieron con sus padres. Y muchas se casaron con otro pintor del mismo taller, lo que facilitaba que pudieran seguir dedicadas a ese trabajo. También es el caso de Fontana que se casó en 1577, con 25 años, con Gian Paolo Zappi.También era pintor del taller de Prospero Fontana y miembro de una familia noble. Tuvo once hijos con él. Siguió pintando durante su matrimonio para ayudar a la familia mientras su esposo se encargaba de la casa y asistía a su mujer como ayudante. Zappi, también ayudaba a su esposa en las labores artísticas, se dice que le ayudaba a realizar el fondo de sus obras. En 1603, tras la muerte de su padre, se muda permanentemente a Roma. Aquí fue elegida pintora oficial de la corte del papa Clemente VIII. También obtuvo el mecenazgo de los Boncompagni. Fue elegida como miembro de la Academia di San Luca. Con la muerte del papa Clemente VIII en 1605 fue designada retratista de la corte del papa Paulo V.
Lavinia Fontana consiguió una fortuna que utilizó en obtener una gran colección de antigüedades. Hasta su muerte en Roma en 1614, Fontana recibió varios reconocimientos, en 1611 se acuñó una medalla en su honor realizada por el escultor Felipe Antonio Casoni, en la que se le representa de perfil por el anverso, y de frente a su caballete en el reverso.
Lavinia Fontana, fue una de las artistas femeninas más reconocidas en el Renacimiento junto a Sofonisba Anguissola. Se puede apreciar la influencia de la pintora de Cremona, en su gusto por los detalles y su excelente técnica a la hora de recrear joyas y tejidos. Trabajaron en el mismo contexto, como cualquier pintor masculino, aceptando encargos de particulares y viviendo de sus ingresos como artistas. Su producción es la mayor de una mujer antes del siglo XVIII. Se conservan, firmadas y fechadas, 32 pinturas, pero documentadas hay más de 135.
Los retratos fueron la principal ocupación de Lavinia Fontana en Bolonia y más tarde en Roma, género en el que destacó por la variedad de tipologías utilizadas.Fue sin duda la pintora preferida de las damas, cuyas pretensiones de mundanidad y sofisticado lujo quedaron bien reflejadas en sus retratos.
Lavinia desplegó todas sus habilidades para visualizar la opulencia de la indumentaria, los variados textiles, las numerosas joyas o la fina elaboración de los encajes, además de los inevitables perritos falderos. También representó a los niños de las familias más notables de la ciudad en composiciones religiosas destinadas a capillas privadas, retratados junto al padre o la madre o formando parte del grupo familiar.
Fue admitida en la Academia de Roma, ciudad en la que murió en 1.614.
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Fuentes consultadas: la web del Museo del Prado y Wikipedia
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