miércoles, 1 de julio de 2020

5. Angelica Kauffmann, la retratista precoz


Cada vez que se habla de pintoras hay que decir que la mayoría son hoy prácticamente desconocidas e ignoradas, permaneciendo ausentes de libros de texto. Cuando se exponen sus cuadros se muestran como una rareza, como si el talento para la pintura fuera algo incompatible con el nacer mujer,   aunque en vida hubieran sido exitosas y famosas. Ambas cosas ocurren con la que hoy nos ocupa.

 Angelica Kauffmann fue una pintora suiza, nacida en 1,742. Su padre, Joseph Johann Kauffmann, fue un pintor mediocre dedicado fundamentalmente al retrato. Comenzó a pintar muy joven, asistiendo en la decoración mural de algunas iglesias a su padre, con el que viajó por Suiza, Austria y el norte de Italia.  Al cumplir los doce años se había hecho famosa, de tal manera que obispos y nobles posaban para ella Con quince años ya realizaba retratos de forma independiente.

Retrato de Ann Escher. pintado por Angelica Kauffmann
hacia 1.800. Museo del Prado
   En 1762 se encontraba en Florencia, donde entró en contacto con los círculos artísticos ligados a las corrientes neoclásicas. En 1763 se trasladó a Roma, foco por excelencia de las teorías del neoclasicismo. Allí coincidió con personalidades del mundo del arte, como Johann Joachim Winckelmann, ­Pompeo Batoni o Giovanni Battista Piranesi. En 1765 fue nombrada miembro de la Academia de San Lucas. Abandonó Roma ese mismo año para dirigirse a Venecia, donde estudió la obra de ­Tiziano y sus contemporá­neos y entró en contacto con Lady Wentwort, la mujer del embajador de Ingla­terra, quien la animó a visitar el ­país. Entre 1766 y 1781 residió en Londres, donde conoció a artistas como ­Joshua Reynolds. Fue una de las fundadoras de la Royal Academy of Arts 

En 1757 se casó con un supuesto noble sueco, el conde de Horn, que resultó ser un impostor, además de bígamo. En 1780, tras la muerte de su esposo, anuló su matrimonio y se casó con el pintor Antonio Zucchi, con el que regresó a Italia, afincándose en Roma, donde hizo gran amistad, entre otros con   Johann Wolfgang von Goethe, quien escribió  de ella que"trabajaba más duro y lograba más que ningún otro artista que él conociese, pero siempre impaciente, quería hacer más".

A diferencia de otras pintoras de su época, se negó a realizar solo retratos y naturalezas muertas, y se entregó a pintar composiciones de historia, género que en su época era tenido por el más prestigioso. De cualquier modo, la sociedad inglesa, en la que desarrolló su máxima fortuna artística y personal, siguió prefiriendo los retratos a los grandes temas de historia, aunque sus mejores trabajos eran los de pintura de historia, la categoría más lucrativa dentro de la pintura académica del siglo XVIII.  La Academia hizo un gran esfuerzo para promocionar la pintura de historia entre un público, el inglés, que estaba más interesado en encargar y comprar retratos y paisajes. A pesar de la popularidad que Kauffmann disfrutaba en la sociedad inglesa y su éxito como artista, estaba decepcionada por la relativa apatía que los ingleses sentían hacia la pintura de historia. Al final, abandonó Inglaterra y marchó al continente, a Roma donde este género era mejor estimado y pagado. Kauffmann alcanzó gran consideración con sus retratos alegóricos, en los que caracterizaba a su clientela como personajes históricos o como dioses de la mitología clásica, al estilo de Reynolds.

En 1782 murió su padre y en 1795, su marido. Siguió contribuyendo a la Academia de manera intermitente, exponiendo por última vez en 1797. Después de esto es poco lo que produjo, y en 1807 falleció en Roma, siendo honrada con un espléndido funeral dirigido por Canova. Toda la Accademia di San Luca, con numerosos eclesiásticos y virtuosos, la siguieron hasta donde sería enterrada en Sant'Andrea delle Fratte, y, como en el entierro de Rafael, dos de sus mejores pinturas fueron llevadas en procesión.

Angelica Kauffmann fue una artista extremadamente prolífica que consiguió en su época una enorme popularidad y fortuna. Los temas que abordó en sus cuadros son en su mayoría retratos, aunque también abundan los temas mitológicos y alegóricos, los históricos o los religiosos.

En su tiempo, se llevaron a cabo multitud de reproducciones de su obra a través de grabados. Además, sus diseños se utilizaron en innumerables soportes decorativos como abanicos, mobiliario pintado, jarrones, juegos de té, cajas de madera, champaneras, y porcelanas.

Sus obras se conservan en algunas de las más relevantes pinacotecas del mundo como el MET Museum de NY, el Museo del Prado y el Museo Thyssen de Madrid,​ la Tate Britain,​ la National Portrait Gallery y el Victoria and Albert Museum de Londres, la Royal Collection Trust (Buckingham Palace), la Gemäldegalerie Alte Meister de Dresde,​ la Galleria degli Uffizi en Florencia, la Accademia di San Luca en Roma, el Museo del Louvre, la Österreichische Galerie de Viena, la Klassik Stiftung en Weimar, el Nationalmuseum Stockholm, el Hermitage de San Petersburgo, el Puschkin-Museum en Moscú, el Museo Nacional de Varsovia, el Museum of Fine Arts de Houston, el Virginia Museum of Fine Arts de Richmond, el National Museum of Women in the Arts en Washington, DC,​ el Denver Art Museum (Colorado) o el Art Institute de Chicago.

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